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Huelga de funcionarios

Huelga de funcionarios

martes 08 de junio de 2010, 21:58h

   Como es costumbre, la guerra de cifras entre sindicatos y gobierno a propósito en esta ocasión del seguimiento de la huelga de funcionarios es total. Las centrales sindicales hablan del 75 por ciento y el gobierno lo deja en apenas un 11 por ciento. Lo que está claro es que no se ha notado un colapso en los servicios públicos. Quizás algo más de tráfico por el carajal que el lunes tenían montado UGT y Comisiones Obreras en lo que se refería a las empresas públicas, a cuyos trabajadores no les han tocado la nómina, y la incidencia que pudiera tener sobre todo en los transportes.

   En todo caso, sea cual sea la cifra final de seguimiento de esta huelga, lo importante es que los empleados públicos no han hecho seguidismo de unos sindicatos mayoritarios que han estado y están en el pasteleo con el Gobierno y que querían lavarse la cara a costa de los funcionarios. ¡Claro que tienen motivos para el enfado! Qué a uno le bajen el sueldo no es ninguna alegría. Y, por supuesto que el gobierno podría haber hecho cosas y haber dejado de hacer otras que no nos hubieran sumido en el pozo en el que estamos. Sin embargo, ahora en la situación en la que estamos el sacrificio de los funcionarios ha de ser tomado como parte de su contribución a la superación de esta crisis. Es injusto, no hay derecho. Pero, que les pregunten a los casi cinco millones de parados o a los cuatro de cada diez jóvenes que no encuentran un trabajo o a los miles de autónomos que por deudas con las administraciones han tenido que cerrar.

   La economía española está viviendo tiempos muy amargos. Nuestra credibilidad fuera de España es gracias a Zapatero igual a cero. Los mercados castigan nuestra bolsa más que a ninguna, nos exigen pagar dos puntos más por la deuda, tenemos más paro que nadie y más déficit. Somos más pobres y esto lo tenemos que asumir todos en forma de salarios, de empleo y de riqueza. Por eso es imprescindible que el gobierno acometa las reformas necesarias para que el sacrificio de hoy no sea en vano mañana. Reformas que generen actividad, puestos de trabajo y nos den fuera el crédito que hemos perdido. Por eso además de las reformas hay que recortar el gasto público, acabar con el derroche y con la superposición de administraciones y de funciones que se llevan por el sumidero miles de millones de euros que evitarían que el año próximo la sociedad tenga que seguir haciendo sacrificios. Hay que generar ingresos y parar la sangría de los ministerios inútiles, de los coches oficiales, de las consejerías, de los amiguetes, de los asesores, de las empresas públicas ineficientes e inútiles, de los organismos, de las diputaciones, de las comarcas. De todo lo que supone dispendio. Sólo así el sacrificio tendrá un sentido.

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