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Obama y el derrame de BP

lunes 21 de junio de 2010, 04:31h

El derrame de petróleo en el golfo de México es una tragedia ecológica, tecnológica y de regulación para la seguridad en las perforaciones a gran profundidad. Para la industria petrolera cuyo futuro se jugará cada vez más en la extracción de petróleo a medianas y grandes profundidades es una seria advertencia; para British Petroleum (BP) representa una catástrofe tecnológica, pérdidas que difícilmente podrá afrontar y un desprestigio gigantesco. Para Barack Obama representa la peor crisis que haya enfrentado su presidencia.

Esta semana, Obama pronunció su primera alocución dirigida a los estadounidenses desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, para hablar sobre el derrame. De ese tamaño es la crisis. Hablar desde la Oficina Oval tiene un gran significado: Bush lo hizo tras los atentados del 11/09/01; Kennedy habló a la nación en medio de la crisis de los misiles en 1962; Nixon, tras el escándalo Watergate, anunció desde la Oficina Oval su renuncia.

Ningún presidente de EU había hablado en los últimos 30 años de un tema vinculado con el petróleo. Jimmy Carter lo hizo en medio de la crisis del embargo petrolero de la OPEP en 1979, aquella crisis junto con la de los rehenes en Irán le costó la presidencia. Cuando Obama habló de petróleo desde la Casa Blanca estaba reconociendo la profundidad de la crisis, lidiando con muchos intereses. Como Carter en sus días, Obama habló de la necesidad de desarrollar otras energías para reducir la dependencia del petróleo, pero fue más allá y planteó la urgencia de definir una nueva estrategia energética para EU.

El del golfo de México es el más grande accidente petrolero-ecológico ocurrido en EU. Obama ha afirmado que hará pagar a BP y lo está cumpliendo. Mientras el primer ministro del Reino Unido, David Cameron salió en defensa de la empresa. Aunque eso de que con dinero se puede resarcir el daño ecológico provocado no sea cierto. La dimensión del derrame no fue reconocida desde su inicio, primero se dijo que era de mil barriles diarios, luego que era de 5 mil, posteriormente BP consideró que alcanzaría los 20 mil y ahora hay coincidencia en que sería de 60 mil. El derrame que provocó la explosión de la plataforma petrolera del Ixtoc administrada por Pemex en 1979 fue de 30 mil barriles diarios y duró 10 meses. Pero el de BP es un accidente de nuevo tipo, por la profundidad de la perforación. No deja de ser paradójico que el presidente más poderoso del planeta dependa para solucionar el problema de los ingenieros y la tecnología de BP.

En las última semanas, Obama ha recibido muchas críticas por su tardía intervención en el derrame iniciado el 20 de abril tras la explosión de la plataforma petrolera Deepwater Horizon a cargo de la transnacional BP. Un día después de su discurso, Obama se reunió con la plana mayor de la petrolera inglesa, logró dos objetivos: hacerle pagar los daños, para comenzar, mediante un fondo de 20 mil millones de dólares para enfrentar demandas de particulares y el congelamiento de pago de dividendos por el resto del año a sus accionistas para poder sufragar los gastos. Criticó a la agencia federal que supervisa las perforaciones “como emblemática de una filosofía fallida que ve toda regulación como hostilidad”. Aprovechó la experiencia para demandar al Congreso poner en pie una nueva estrategia energética basada en el desarrollo acelerado de energías limpias.

El accidente ocasionado por BP fue juzgado en una audiencia en el Congreso por sus pares transnacionales: la Exxon Mobil, Chevron, Royal Dutch Shell y Conoco Phillips, que insistieron en que el derrame era una aberración y que sus empresas no hubieran cometido ese error. Cuestión de intereses y de salvar la cara a los riesgos de las perforaciones marítimas a grandes profundidades.

Tres cuestiones están en el fondo: (1) avanza más rápido la tecnología para la perforación a grandes profundidades que la tecnología para garantizar la seguridad, (2) si de lo que se trata es de que las empresas petroleras obtengan las más grandes ganancias posibles, la cuestión de salvaguardas y seguridad para proteger el medio ambiente queda en segundo plano y (3) las regulaciones son cada vez más laxas, las transnacionales más hostiles a lo que consideran intervencionismo. ¿No aprenderán las lecciones?

Escritora y analista

Opinión extraída del Periódico El Universal 21/06/10

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