Monsiváis, el gato sin siete vidas
miércoles 23 de junio de 2010, 20:18h
Una de las autodefiniciones más conmovedoras que Carlos Monsiváis hiciera fue esta: “Soy un gato sin gracia y sin siete vidas…”
Ahora que ha muerto el gran escritor (realmente, el gran cronista de la realidad mexicana y latinoamericana) recuerdo esa frase porque no solamente lo describe a él sino a todos nosotros, sus colegas periodistas.
Gatos sin siete vidas somos. Sin gracia, también.
Gatos que en las madrugadas caminamos despacio y cuidadosos sobre las terrazas y los bordes externos de las ventanas.
Gatos que nos movemos sigilosos por las calles.
Gatos que miramos, sospechamos, elucubramos, observamos e indagamos.
Gatos curiosos y preguntones (por algo el refrán popular dice que “la curiosidad mató al gato”).
Gatos que nos movemos discretos, imperceptibles y sutiles.
Gatos que, gracias a Dios y a la naturaleza, no tenemos otra virtud que la de ser gatos simples, gatos “warever” sin esa posibilidad de vivir siete veces.
Los periodistas somos solo eso, gatos sin gracias y sin siete vidas.
¿Por qué tendríamos que ser distintos a los demás?
¿Por qué tendríamos que poseer cualidades o privilegios especiales sobre las personas “normales”?
¿Por qué a veces nos pensamos predestinados para ser el ombligo de la realidad?
Estos gatos sin gracia y sin siete vidas solamente tenemos un tejado caliente sobre el que nos toca caminar.
Y ese tejado se llama periodismo de la gente. Periodismo desde la gente. Desde la gente común, la gente que el poder suele mirar desde arriba, por sobre el hombro, considerándola sin gracia y sin siete vidas aunque más valioso y más humanos sea, como hace la gente común, jugarse la única vida en cada cotidianidad.