Pero, ¿no estamos en un Mercado Único, Portugal?

La reacción airada, y contraria a la legalidad probablemente, de Portugal con respecto a la compra de la participación de Portugal Telecom (PT) en la operadora Vivo por parte de Telefónica, ha puesto de manifiesto una vez más las miserias de esta Unión Europea, que desde luego no lo es económica.

Portugal, que se ha tomado la oferta empresarial de la operadora como una cuestión de orgullo patrio, ha ido más allá con una decisión que en otro país se interpretaría como una injerencia del Gobierno en la empresa.

El primer ministro portugués, Jose Socrates, se ha pronunciado sobre la guerra, en un artículo publicado en el diario luso 'Publico', asegurando que su Gobierno 'nunca eludirá la responsabilidad de defender los intereses estratéticos de Portugal' por encima del de los accionistas de una empresa privada como PT. Y ha procedido incluso a ejercer la 'acción de oro' para vetar la compra de Vivo por Telefónica, pasando por encima de los accionistas, sus propios votantes imagino, que se habían manifestado a favor en la junta de accionistas.

El caso, que será objeto de estudio por el Tribunal europeo, descubre una vez más las reticencias de los gobiernos nacionales a respetar la lógica de los mercados, cuyas empresas intentan realizar operaciones corporativas entre mercados para competir con tamaño de cara a los imparables, y más proteccionistas si cabe, China y Estados Unidos.

Está claro que si con la crisis los sectores se están atomizando y fortaleciendo a base de fusiones, el segundo escalón será hacer lo mismo en el mercado europeo. Una frase de la vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de la Agenda Digital, Neelie Kroes, lo resume perfectamente: "No estoy en contra de las empresas pequeñas, pero hay que potenciar el mercado único digital y aprovechar las oportunidades al máximo".

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