Pánico en los ayuntamientos

El pánico municipal avanza a pasos agigantados. Empezó a conocerse la penuria de la caja de los ayuntamientos recién comenzada la crisis cuando en Villablino, León, se dio la voz de alarma. Habían hechos obras que ni El Escorial, y después no tenían para pagar la luz. Eso fue el principio. Después la cadena ha sido imparable.

Por todos los rincones se oyen voces de desastre. Sabemos que en Laguna de Duero, Valladolid, se retrasó el pago de la paga de junio por problemas de cash. Y que el presidente de la FRMP, Miguel Ángel Nieto, anunció el apocalipsis municipal si no se tomaban medidas. Y responsables políticos, como o el presidente de la Diputación de Segovia, Javier Santamaría, ha destacado la gran labor de las diputaciones en los pueblos, pero que éstos no atraviesan su mejor momento y que necesitan ayuda a marchas forzadas.

Ramiro Ruiz Medrano, el presidente de la Diputación de Valladolid, aboga por esta institución, cosa lógica, pero también ha mostrado su preocupación por el dinero que se necesitan para hacer su labor. El problema es que el Estado no está para convites, y aquí se está extendiendo el “sálvese quien pueda”.

El canguelo se ha extendido de tal forma que ya se habla de que un tercio de los ayuntamientos en breve harán crash, no cash, sino crash, es decir, se romperán. Harán concurso de acreedores y los funcionarios se verán en una situación impensada.

Los pabellones deportivos mastodónticos, las piscinas con agua caliente, los museos como El Prado y las calles cubiertas de granito y mármol necesitan una financiación que se ha caído al mismo ritmo de la especulación.

La crisis ha sido, y es, una canallada, pero en algunos sectores ha servido para poner las cosas en su sitio. Un sistema democrático serio no podía aguantar que más de una Diputación y muchos Ayuntamientos, por ejemplo, vivieran de los dineros que “cosechaban” con la construcción.

Los pueblos ahora empiezan a pagar las irracionalidades de políticos de “buena voluntad” dedicados a hacer carrera personal a cuenta de Juan Pandero.