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El muro

lunes 06 de septiembre de 2010, 05:15h

En un desayuno con Antonio Jiménez Barca del periódico El País, Jacques Attali, afirma que su etapa de asesor presidencial le dejó dos certezas. Una: "Para prevenir, para pronosticar, lo mejor es ponerse verdaderamente en la piel de otro". La segunda, que: "La realidad avanza siempre más rápido de lo que uno se cree".

A la luz de estas declaraciones y de los acontecimientos recientes, asusta la forma de gobernar de Calderón que a cuatro años de gobierno no refleja conciencia sobre estas certezas. El presidente no se pone en “la piel” de sus adversarios políticos ni de los ciudadanos y no entiende ni atiende la velocidad a la que la realidad avanza.

En su informe, moderó su triunfalismo y por primera vez, reconoció que los mexicanos sentimos poco los beneficios de su administración. Afirma que él cumple con sus compromisos pero se quejó de la falta de voluntad del congreso, y demás actores políticos que no permiten el cambio. Se considera víctima de la mala disposición de sus adversarios sin asumir las consecuencias de sus propias traiciones y la falta de oficio de su equipo. Llama a la unidad pero entorno a su visión de país.

El presidente se presenta como incomprendido por la sociedad. Pide que nos pongamos en su piel en vez de ponerse en la nuestra. Padece que no elogiemos su gestión y arremete contra los quejosos. Construye un muro entre sociedad y gobierno que crece con su intolerancia conforme acumulan drogas incautadas y policías entrenados. El muro se robustece con las inconsistencias entre las acciones de su gobierno y sus discursos. Florece con su minimización de los problemas que más duelen a la sociedad. El muro, impide al presidente entender al ciudadano y ciega a la sociedad sobre las labores de gobierno. El muro le impide pronosticar las desavenencias y actuar en consecuencia.

Esta administración visualiza problemas distintos a los que padecemos. Gustan de capturar capos, cuando nosotros sólo queremos seguridad. Aseguran que el crimen está cercado, pero el número de municipios fuera de control crece diariamente. Les preocupa la intolerancia pero no aceptan nada distinto a su propuesta. Quieren combatir sicarios pero no pueden garantizar el orden en los barrios. Oyen a las cúpulas pero no las escuchan. En todos los ámbitos chocan el discurso y las acciones.

En su relación con los actores políticos, el problema es el mismo. No pueden negociar porque no reconocen las necesidades e incentivos de su contraparte, ni su legitimidad como actores electos. A los gobernadores los tratan como adversarios, desconfían de ellos y los descalifican, pero quieren que se alineen a su estrategia. A los legisladores, los atienden poco en privado y a golpes en público. El gabinete cabildea lo mínimo en el legislativo, pero esperan la aprobación sin cuestionamientos a sus iniciativas.

Esta es su forma de gobierno. No pueden ponerse en la piel del otro, no escuchan solo descalifican. Toda postura externa les parece simplista.

Esta carencia conlleva a la segunda certeza de Attali. La incapacidad para escuchar los lleva a ofrecer respuestas escuetas a nuestros problemas. Omiten la velocidad a la que avanza la realidad que invariablemente los rebasa a mitad de camino.

La masacre de los 72 centroamericanos es un ejemplo. El problema es añejo. Cuando la crisis de secuestros de migrantes se agudizó minimizaron su atención. Hoy, grupos masivos de migrantes aparecen muertos. En respuesta, condenan la masacre, anuncian cinco puntos y firman un acuerdo. Lo asumen como parte del éxito de su guerra pero no cuidan al sobreviviente que apareció en todos los medios. Tampoco se afectó al Instituto Nacional de Migración ni a su directora. Consideran que el problema es demasiado complejo para responsabilizarla ¿Para qué mantener un órgano migratorio entonces, con policía incluida si no sirve?

En pocos años, el tráfico de personas pasó de un problema en las vías férreas a un jugoso negocio para criminales y autoridades. Enfrentarlo ahora es más difícil y más caro.

Como este, muchos problemas crecen como bolas de nieve. El equipo del Presidente debe salir del bunker para entender que pasa afuera. Urge que asuman y respeten las necesidades de sus contrapartes políticas y ciudadanas para preveer el futuro y prepararse para él. Los diálogos son un buen paso, pero son insuficientes. Las elecciones están encima ¿Quién querrá cooperar con ellos?

En materia operativa, hay muchos problemas que atender antes de ser rebasados. No pueden esperar. Deben concentrarse en hacer más efectiva la operación gubernamental. Que contraten técnicos para terminar sus proyectos; que atiendan los problemas que están en puerta como la crisis de finanzas públicas estatales y municipales antes de que exploten como la crisis de los migrantes. Hay muchos cambios que hoy son pequeños y pueden hacer la diferencia de mañana.

Opinión extraída del Periódico El Universal 05/09/10

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