El nieto al paro, el abuelo que trabaje

No tenemos un problema con las pensiones: tenemos dos. El primero es el que se deriva de la evolución al alza de las expectativas de vida. Vivimos más años y cotizamos lo mismo que cuando -de promedio-, el personal cascaba diez o doce años antes. Según dicen los expertos del Gobierno y los corredores de planes de pensiones privados, si las cosas siguen así, dentro de veinte años, el Estado no tendrá dinero para pagar las pensiones. De este enfoque nacen los planes para retrasar la edad de jubilación llevándola de los 65 a los 67 años. Quienes defienden esta medida se quedan ahí. Se les llena la boca diciendo que los gobiernos del resto de países europeos está en lo mismo, pero omiten "pequeños" detalles como que en Francia la propuesta de Sarkozy consiste en retrasar la edad de jubilación a los 62, no a los 67, como pretende imponer aquí Zapatero sin encomendarse ni a Dios ni al Pacto de Toledo olvidando que la jubilación a los 65  es un derecho adquirido por los trabajadores españoles que han estado cotizando a lo largo de su vida laboral. No es una gracia del Gobierno; es un derecho que no debería ser violentado por nadie.

   El segundo problema es que en España tenemos más de un 20 por ciento de paro, que sabemos que se duplica hasta alcanzar el 40 cuando se trata de jóvenes en busca de empleo. En resumen: por una parte tenemos en el paro a casi la mitad de nuestros jóvenes en edad de trabajar y por otra queremos que sus padres o abuelos sigan trabajando dos años más allá de la actual edad de jubilación  ocupando así puestos de trabajo que podrían y deberían cambiar de manos. En resumen: el abuelo que siga trabajando y el nieto en los cursos de formación, pero en el paro. ¿No es un contrasentido? ¿Cómo lo definiría el Zapatero semiólogo de Oslo? Siento curiosidad.