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¡Es la guerra! (¿de sucesión?)

¡Es la guerra! (¿de sucesión?)

domingo 19 de diciembre de 2010, 13:42h
No quiero ni contarle a usted la que se ha organizado en los siempre vivos cenáculos y mentideros madrileños al enterarse de que, por sorpresa (bueno, algunos periodistas lo sabían, pero no se debe anticipar por las consabidas razones de seguridad), Alfredo Pérez Rubalcaba se había plantado en estas fechas navideñas en Afganistán. Primero, Angela Merkel y, después, el (vice)presidente Rubalcaba. En un terreno que estaba reservado hasta ahora a los ministros de Exteriores y/o Defensa y, por supuesto, al jefe del Ejecutivo, es decir, Zapatero, quien, mientras el ‘número dos’ (¿o no?) viajaba a la base española en Afganistán, se dedicaba a lanzar mensajes de unidad en la recién inaugurada estación valenciana del AVE. Un dato más, sin duda, para abonar este terreno nutrido de las especulaciones y los rumores que hablan de la sucesión al frente del socialismo español y quién sabe si también del Gobierno.

Aunque esta semana que empieza aún vaya a estar, brevemente, abierto el Parlamento, lo cierto es que el poder legislativo, pese a la que está cayendo, se mantendrá prácticamente cerrado hasta finales de enero. En pleno estado de alarma, signifique eso lo que signifique; en medio del debate sobre la prolongación de la edad de jubilación; cuando los sindicatos amenazan con una nueva huelga general para ese enero que se anuncia fatídico; en momentos en los que se anuncia, desde sectores ‘abertzales’ (y no solo), un presumiblemente importante comunicado de ETA; con todos esos trenes a plena velocidad, el llamado ‘segundo poder’ entra en hibernación. Inexplicable. No se trata de traer aquí ocurrencias demagógicas, pero una de las últimas decisiones del año de Sus Señorías consistió en garantizarse una pensión más favorable para ellos que para el resto de los mortales, en plena tormenta acerca de cuántos años han de computarse para cobrar la jubilación, y desde cuándo. Que luego nadie se extrañe de la escasa valoración que la clase política alcanza entre la opinión pública.

Claro que el Parlamento, sancta sanctorum de cualquier democracia que se precie, puede mantener sus (demasiado) largas vacaciones navideñas tradicionales, pero eso no quiere decir que la rueda política se pare. Madrid es un hervidero de rumores que analizan exhaustivamente cualquier detalle: ¿qué hacía Rubalcaba inesperadamente en Afganistán, justo cuando todos piensan, y dicen –también gente de los suyos—que puede llegar en cualquier momento un comunicado de ETA, aunque Zapatero, a quien se lo pregunté el sábado, me interrogó a su vez: “pero¿de dónde salen esos rumores?”.

Si: ¿qué hacía Papá Noel/Rubalcaba en las agrestes tierras afganas? ¿Invadir el terreno de la titular de Defensa, Carme Chacón, quien algunos, en el mundillo socialista, consideran que está inmersa en una sutil, casi imperceptible, pelea por la sucesión, amparada por un Felipe González empeñado en derruir los últimos resabios de su antiguo prestigio presidencial? Puede que nos estemos acercando al desenlace del dilema que el hermético Zapatero no quiere resolver: algunos asesores, se sabe bien, le aconsejan convocar elecciones generales coincidiendo con las municipales y autonómicas de mayo, para que no haya dos desastres sucesivos. Y todos piensan que el presidente, que permite que Rubalcaba sea el primero, tras Merkel, en ir a Afganistán en plan de heraldo del espíritu navideño, ya está instalado en el poszapaterismo. Pero ¿hacia dónde se encamina esa nueva era?

 

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