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Dos convenciones, dos realidades

Dos convenciones, dos realidades

domingo 23 de enero de 2011, 12:16h

Este fin de semana han coincidido los dos partidos, PP y PSOE, con sendas convenciones o reuniones al más alto nivel, para calentar la campaña electoral que se avecina.

   Pero las realidades y las expectativas de futuro de ambas formaciones son tan diferentes que se masca en el ambiente de la salas donde se han dado cita; en Sevilla los del PP, y en Madrid los socialistas.

   Aznar hizo el viernes su paseíllo triunfal de regreso al liderazgo (que nunca ha llegado a abandonar del todo) pero, esta vez, para apoyar sin ambages a Mariano Rajoy. Tiene su aquel, porque es la primera vez que lo hace así. Que duda cabe de que los datos tan favorables de las encuestas han tenido mucho que ver con este apoyo sobrevenido a un dirigente que él mismo coloco a dedo al frente de la formación de la derecha y que, sin embargo, no ha contado con su respaldo -y si con sus reticencias- desde que perdió frente a los socialistas.

   Zapatero, por su parte, ha comenzado este sábado el vía crucis de tener que convencer a los barones del PSOE, los mismos que se van a partir la cara en las urnas en el mes de mayo con inciertos resultados, de las bondades de los recortes puestos en marcha por su Gobierno. No parece que vaya a ser tarea fácil, ya que los candidatos a repetir en el cargo de presidentes autonómicos y que, según las encuestas, se ven en junio en la oposición, consideran que los votantes van a demostrar en sus traseros el cabreo que sienten por el recorte en los derechos sociales llevado a cabo por un ejecutivo de izquierdas.

   Consideran los ciudadanos que el ajuste del déficit ha caído sobre los de siempre y que las medidas tomadas por zapatero son más propias de un Gobierno del PP que del PSOE, por lo que, puestos a votar,   prefieren hacerlo por el original y no por la copia. Además el original, o sea, la derecha, hará sus reformas por las bravas, sin vacilaciones ni contradicciones, con lo que puede lograr antes la  ansiada confianza de los mercados.

   Es tal el ambiente de triunfo que viven los del PP que,  ayer sábado, sacaron todos sus fantasmas a pasear. Entre ellos a Jaime Mayor Oreja que, sorprendentemente, no deleitó al auditorio con negros augurios sobre rendiciones ante los etarras, sino que disertó sobre "no seguir abrazados a la cultura de la muerte". Se refería lógicamente al aborto. No mencionó, porque no era de buen tono, la razón por la cual, cuando el era ministro, no peleara  con más ahínco porque esa ley, entonces en vigor y que se aplicaba todos los días, se derogase.

   También Ana Mato, que recuerda continuamente estar separada de su marido por la relación de este con el caso Gürtel, hizo una encendida defensa de la familia como último recurso económico frente al desempleo. Como si realmente la institución mas valorada por los españoles corriera el riesgo de desaparecer o estuviera en peligro.

   Un titánico esfuerzo por contentar a todo el espectro ideológico  y así ganar todos los votos posibles.

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