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Van Gogh, al borde de la muerte

Van Gogh, al borde de la muerte

martes 12 de junio de 2007, 10:17h
El Museo Thyssen-Bornemisza muestra hasta el 16 de septiembre la primera exposición dedicada en exclusiva a la obra realizada por Vincent Van Gogh en los dos últimos meses de su vida. Guillermo Solana, conservador jefe del Museo y comisario, de esta muestra confesó la gran "importancia" de la misma y el sentimiento de "euforia y pánico retrospectivo" a la vez que le ha producido organizar este evento "tan especial""pendiente de un hilo" hasta muy poco antes de su inauguración.
'Van Gogh. Los últimos paisajes' reúne veintinueve obras (veintiséis pinturas y tres dibujos) procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo. En la muestra se incluyen, además, seis cuadros de los tres grandes precursores de Van Gogh que habían pintado en Auvers antes que él y cuya presencia el artista sentía en el paisaje: Daubigny, Pissarro y Cézanne. Todas las obras de Van Gogh presentes en la exposición pertenecen al periodo de Auvers, incluida una de las obras maestras de la Colección del Museo: 'Les Vessenots' en Auvers.

El 20 de mayo de 1890, Vincent Van Gogh descendió del tren en Auvers-sur-Oise, un pequeño pueblo a una hora de distancia de París. Una semana antes había abandonado el manicomio de Saint-Rémy, tras pasar allí un año entero internado. Venía en busca de un lugar tranquilo en el campo donde "recuperar la salud y la calma", resaltó Solana. Tenía la esperanza de comenzar una nueva vida y un nuevo ciclo en su trabajo como pintor. Pero sólo dos meses después, el 27 de julio, en los campos cercanos al chateau de Auvers, se disparó un tiro de revólver que le causaría la muerte, tras una larga agonía, en la madrugada del 29 de julio.

En este periodo breve muy breve (70 días) pero extraordinariamente fecundo, el artista produjo unas setenta y dos pinturas, treinta y tres dibujos y un grabado, según recordó Solana quien indicó que esta exposición pretende ser "un homenaje a ese esfuerzo productivo último".

"Tono elegíaco"


 El comisario señaló también que esta muestra tiene "un tono elegíaco, matizado por el carácter optimista, colorista y exultante que comunican sus pinturas".

En ese periodo, que Solana calificó de "liberación" para Van Gogh respecto a su etapa "turbulenta" durante su estancia en Provenza, el pintor se levantaba a las cinco de la mañana y se pasaba toda la jornada pintando en los campos o en las calles del pueblo. Desde siempre se ha reconocido en esa producción algunas de las obras maestras más características del pintor pero, en conjunto, el periodo de Auvers ha sido considerado a veces como un declive y apenas se ha prestado atención a sus rasgos peculiares en contraste con otras etapas del artista.

En Auvers, además de "albergar la esperanza de iniciar un nuevo ciclo", como dijo Solana, Van Gogh reencontró los temas rústicos y la comunidad rural de su juventud, que había perdido desde que abandonó Nuenen. Y con los campos de Holanda, recuperó también la mirada de los grandes paisajistas holandeses del siglo XVII, que nunca dejó de admirar profundamente.

Un "salto adelante"

Desde el punto de vista estilístico, la etapa de Auvers no supone una ruptura con el periodo anterior, pero su estilo se encuentra en plena evolución. "Este periodo tenía que haber sido un salto adelante en su carrera, una nueva etapa a la que no sobrevivió, un momento germinal truncado por un suicidio impremeditado fruto de un ataque de angustia y pánico", declaró el comisario.

Asimismo, Guillermo Solana aludió a la importancia que tuvo para el artista su viaje a París, el 16 de mayo de 1890, en donde su hermano Theo organizó una improvisada exposición en su propia casa en la que reunió toda su obra pictórica. Gracias a ella Van Gogh pudo tener, por primera vez en su carrera, una impresión directa de toda su creación. Esa perspectiva bastó para imprimir a la creación de Van Gogh en Auvers el valor de una recapitulación, de un epílogo al conjunto de su carrera.

A día de hoy, Auvers ha conservado todo su encanto milagrosamente intacto. En la época en que Van Gogh lo conoció, contaba con unos dos mil habitantes (tres mil en verano) y era un pueblo de granjeros y agricultores, pequeños propietarios que trabajaban su propia tierra. Pero Auvers no era un pueblo como cualquier otro; desde mediados del siglo había atraído a grandes pintores de paisaje, como Daubigny, Pissarro y Cézanne.

Hacia finales de junio de 1890, Van Gogh comenzó a usar en Auvers un nuevo tamaño de lienzo estrecho y apaisado (50 x 100 cm) y pintaría una serie de cuadros, doce paisajes y un retrato, en este formato. La serie está en buena parte dedicada a los campos de trigo, pero también aparecen otros escenarios -bosque, jardín, trigales, camino, casas del pueblo- que recorren todo el mundo de trabajo y ocio en el campo; son una suerte de panorama de la vida campestre.

Tres de las pinturas integrantes de esta serie están presentes en la actual exposición: 'Paisaje al atardecer', del Museo Van Gogh de Ámsterdam, 'Dos figuras en el interior del bosque', procedente del Cincinnati Art Museum, y 'El Jardín de Daubigny con un gato negro', prestado por el Künstmuseum de Basilea. Tres cuadros fundamentales, cargados de sugerencias simbólicas y referencias a los maestros que Van Gogh admiraba.

Actividades paralelas

Junto a esta exposición el Museo Thyssen ha organizado una serie de actividades paralelas como un ciclo de tres conferencias sobre toda la trayectoria artística de Van Gogh, impartidas por Guillermo Solana, los días 12, 19 y 27 de junio.

También está previsto un ciclo de cine en el que se proyectarán seis películas, cortometrajes y documentales sobre la vida y obra de Van Gogh, los martes y jueves del 3 al 19 de julio.
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