Pese a las protestas contra el régimen, como extensión de las de otros países árabes, y los aires liberalizadores que pide la juventud, la vida sigue igual en Irán. Sobre todo en cuanto al ya dramático silencio sobre Sakineh Ashtiani, la viuda acusada de adulterio y asesinato por las rígidas normas del islam más radical, no hace temer nada nuevo. Las semanas, los días y los meses transcurren sin novedad y, por tanto, el peligro no ha pasado, ni mucho menos, según continúan denunciando diversas asociaciones internacionales que se ocupan, y preocupan, del caso ante el régimen de Ahmadineyad.
A pesar de que merced a las grandes protestas internacionales,encabezadas por Amnistía Internacional y de que, ya hace casi dos meses, la embajada de Teherán en Londres había anunciado que finalmente esta mujer no sufrirá lapidación ni horca, no hay un pronunciamiento oficial del régimen. Incluso se sabe que las gestiones diplomáticas, más o menos secretas, continúan por parte de muchos otros países, incluso del 'régimen amigo' en Brasil, pero el grupo más reaccionario y fundamentalista iraní, que encabeza el propio presidente Ahmadineyad, guarda un oscuro silencio que nada bueno hace presagiar.
Además, las justas protestas internacionales pretenden evitar no sólo la muerte a pedradas y la horca, sino la propia e injustísima condena a la máxima pena. Y ahí, para desconsuelo y desesperanza mundial, tampoco ha habido pronunciamiento todavía de manera oficial. Por lo que, en 2011 como en 2010, la vida de Ashtiani pende de un hilo aún y los mensajes deben seguir llegando hasta el impresentable líder iraní.
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