Al ver que los martillazos no habían terminado con su vida, el joven agarró a la mujer de 37 años e intentó incinerarla en el horno. Cogío la pata de una silla y le golpeó en la cabeza repetidas veces. Luego escondió su cuerpo en la parte trasera de la casa.
El chico de 16 años ha comparecido en juicio, donde se ha leído su confesión. Según su declaración policial, pasó tres horas tratando de decidir si mataba a su madre por haberle quitado la consola el día después de Acción de Gracias. "No podía soportar pelearme", dijo en la declaración, al parecer después de haberla matado sobre las 21:00 de la noche.
Según el detective de homicidios que leyó en alto la confesión, Anderson había expresado remordimientos por el crimen ya que le dijo que "si pudiera, no lo haría de nuevo. Echo de menos a mi madre. Ella era la única que verdaderamente se preocupaba por mí".