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Rafael Arias Salgado, en el camino proscrito de los Herrero de Miñón o Gallardón

Protagonistas del 23-F reconocen que el Golpe de Estado fue clave en la involución autonómica

Protagonistas del 23-F reconocen que el Golpe de Estado fue clave en la involución autonómica

Miquel Roca recuerda que "el antiautonomismo convive muy a menudo con el antieuropeísmo"

lunes 21 de febrero de 2011, 04:24h

Miquel Roca, Rafael Arias Salgado, Fernando Pérez Royo y Joan Lerma no tenían claro como acabaría para ellos aquel fatídico 23 de febrero de 1981. Ellos estaban en aquel Congreso de los Diputados el día en que la involución pudo acabar, por enésima vez, con el último intento de convertir a la española en una sociedad democrática. Este domingo, al filo de la trigésima efeméride del multidisciplinar Golpe de Estado de los Armada, Milans y Tejero entre otros, evocan el momento y sus consecuencias para La Vanguardia. De sus reflexiones se extrae que aquel día marcó una senda de la prudencia política que aún hoy pervive. Por ejemplo, por lo que se refiere a la configuración de la España plural. Y, en el contexto, cabe remarcar la valentía de las declaraciones de Arias Salgado, poco acordes en este tema con el rumbo del que fue el último partido al que representó. Entonces, aun con su nombre originario, y ahora, que lo han cambiado. Aun más, habiendo sido ministro de Aznar -aquel que tres años antes de la asonada renegaba de la Constitución- Arias Salgado reconoce hoy que "el Estado de las autonomías es irreversible", implicando, pues, que no lo era en aquel momento. Corre pues, Arias salgado, el peligro de ser un proscrito en el contexto del PP, como lo son, hoy en día, mentes preclaras como las de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Alberto Ruíz Gallardón o, en Cataluña, Josep Piqué. Por sus ideas y como referentes, independientemente de su proximidad actual con la formación, y con la incógnita añadida si la línea de la misma la marca su clase política o su grueso electoral.

Entre 1977 y 1994, Miquel Roca i Junyent fue diputado por CiU en el Congreso de los Diputados, además de ponente de la Constitución. Dos años más tarde, ingresaba en el hemiciclo el socialista valenciano Joan Lerma como también lo hacía, por los comunistas del PCE, Fernando Pérez Royo -que acabaría, por cierto en las filas socialistas-. En aquellas épocas, Rafael Arias Salgado se incorporaba a la nómina de ministros del primer Gobierno democrático español, encabezado por el presidente Adolfo Suárez González. Este domingo, en las páginas de La Vanguardia, los cuatro rememoran una página que a aquellos que no estábamos en el hemiciclo constitucional nos obliga a la obligada, tópica -y, cuasi sentimental- pregunta '¿y tú que hacías cuando...?'

Y es así cómo Miquel Roca explica que aquellos hechos no se pueden repetir, aunque sólo sea porque la circunstancia fue, incluso, "hortera"; Pérez Royo apunta a que el ejército "no cuenta para nada" y Arias Salgado -¡Ay, ay, ay!- considera "irreversible" el Estado de las autonomías. Momento que, por cierto, aprovecha Roca para recordar que "en la zona ideológica donde Rafael se ubica, nadie se atreve hoy a decir eso".

Aún Más, Joan Lerma recuerda, con buen tino, que la cuestión autonómica no alimentó básicamente el Golpe -terrorismo o incertidumbre económica (diferente a la de hoy, tranquilicémonos), eran otros ingredientes-. Momento en que Roca le matiza afirmando que los movimientos antiautonomistas ya existían si bien estaban "acomplejados". Claro que hoy estos mismos agentes quieren recuperar el antiautonomismo por que "en cierto modo es el símbolo del reaccionarismo más profundo español", según Roca. "La realidad de hoy es un progresivo avance hacia la descentralización porque cada día es menos arriesgada", le añade el prohombre del PP.

Naturalmente, 30 años después del intento de involución, las circunstancias son muy diferentes. Y es por ello que fenómenos como la globalización no escapan a aquellos que vivieron una jornada nebulosa por el humo -y no sólo del provocado por el efecto de los disparos que, aún hoy, surcan la cúpula del edificio de la Carrera de San Jerónimo-. Así, siguiendo la traslación, Fernando Pérez Royo señala que "el desarrollo de espacios más complejos, por lo que se refiere a nosotros la Unión Europea, sirve de contrapeso ideal en el que las pulsiones culturales internas se moderan".

Sí, pero, añade Roca -y ahora volvemos a la textualidad- "el antiautonomismo convive muy a menudo con el antieuropeísmo". También es Roca quien recuerda que fue en aquellos momentos cuando se cimentó el 'café para todos' verdadero enemigo del espíritu racionalmente autonómico. "Un editorial del Correo de Andalucía de las época decía: 'seguramente los andaluces no querríamos la autonomía, pero si la tiene Cataluña, nosotros, también".

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