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La conveniencia y la oportunidad

miércoles 02 de marzo de 2011, 10:48h
            El presidente del Gobierno ha girado un viaje a varios países del Golfo Pérsico en un intento que ha resultado fructuoso tras entrevistarse con sus dirigentes. La visita se ha traducido en importantes inversiones comprometidas con empresas españolas y en contratos para construcción de infraestructuras, instalaciones energéticas y otros suministros de bienes de alta tecnología. Pese a los recelos y críticas que había recibido Rodríguez Zapatero por su viaje en situación de grave tensión en varios países del Zagreb y de la península arábiga, la cosa ha resultado bien, por más que desde el partido popular se ha criticado -como no podía ser de otro modo- porque no ha traído bajo el brazo un cargamento de puestos de trabajo. Otros comentaristas han cargado también contra el presidente por ir a negociar con dictadores. Otra vez  habrá que solicitar a los tales  críticos licencia para viajar previa credencial de democracia plena; pero, pese al momento delicado en mi opinión se han combinado en el viaje la conveniencia y la oportunidad.

            Y esta combinación no parece darse con frecuencia en los últimos tiempos, ni en los dominios del gobierno ni en los de la oposición. Es como si un virus loco se hubiera infiltrado en los cerebros de buena parte de la llamada clase política y les privara de facultades de análisis y buen juicio. Son numerosos y notables los casos que cabe atribuir al Gobierno desde los orígenes de la crisis, como el establecimiento indiscriminado del llamado cheque bebé y otras prestaciones a favor de la familia, pero  no era el momento; o algunas reducciones tributarias que se han tenido que corregir después incluso al alza; o medidas como la lucha contra el tabaquismo, absolutamente necesaria, pero que hubiera lesionado menos intereses en el sector hostelero si se hubiera retrasado cuatro cinco meses; o el alza de los suministros energéticos que también debieron  haberse demorado hasta salir de la época de mayor consumo. Y muchos más casos.

            Todos estos incoherencias han sido causa muy importante de la desafección del electorado socialista y la baja calificación popular de algunos ministros y ministras. Porque no se trataba de desechar  casi ninguna de las medidas adoptadas, sino del hecho de ser extemporáneas, unas veces por tardías y otras por prematuras. El resultado puede calibrarse en términos electorales. Pero a fin de cuentas es un fenómeno accidental, porque lo verdaderamente importante es la recuperación económica con su creación de empleo. Y el balance de medidas es positivo a estos efectos pese a ser algunas de ellas intempestivas.

            Por esta razón no se puede entender, salvo en clave electoral, que simultáneamente el partido popular e izquierda unida empleen todo su arsenal dialéctico para desacreditar las acciones, pocas o muchas, que haga bien el Gobierno, recordando los tiempos de Anguita y su pacto implícito con los populares para arrinconar  al partido socialista. Con la ventaja que parecen darle las encuestas al partido de Rajoy,  no sería arriesgar demasiado  electoralmente si en algunos asuntos en los que hay una coincidencia básica, se viera una cierta colaboración. La crisis no la ha ocasionado Rodríguez Zapatero, aunque la gestión no haya sido la más acertada. Pero si lo más trascendental para todos es crear empleo, parece razonable empezar por apoyar lo que puede generarlo, aunque sea viajando al Golfo Pérsico.
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