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Sshhhhh...

Sshhhhh...

jueves 07 de abril de 2011, 00:08h
“Ahora no toca”. “Mis labios están sellados”. “Hasta el día 23 no diré nada”. “He prometido guardar silencio y lo voy a cumplir”. Los socialistas, casi todos los socialistas, se cierran de esta guisa en banda a la hora de responder (es un decir) a las preguntas de los periodistas sobre sus preferencias sucesorias: ¿Chacón, Rubalcaba?...Tampoco dicen gran cosa sobre el procedimiento que aclarará quién será el sucesor de Zapatero en la cabecera de la candidatura de las elecciones generales y en la secretaría general del PSOE: ¿congreso extraordinario? ¿Bicefalia? Quién sabe. Las preguntas, a fuer de repetidas, pierden fuerza y, desde luego, novedad y notoriedad. Y las respuestas, basadas en que ‘lo que ahora corresponde es hablar del programa de las elecciones municipales y autonómicas’, ya aburren. Máxime si tenemos en cuenta que la ausencia de unos programas definidos impide, por el momento, debatir sobre los que se nos ofrece en las futuras alcaldías y presidencias de comunidades autónomas. Estamos, pues, en el momento del silencio. Bueno, en uno más, porque hay que reconocer que la transparencia no es el punto fuerte de la actual coyuntura, y no me refiero solamente, claro está, al Gobierno: ruedas de prensa sin preguntas, algunos directores de comunicación de ministerios que, simplemente, pasan de responder a las demandas de los periodistas (¿para qué están entonces?), mensajes por completo huecos (los militantes socialistas “tienen un chute de energía”, decía José Blanco tras el anuncio de Zapatero en el sentido de que no se presentará a la reelección. ¿Qué hacer con declaraciones así? )... Una multitud de intermediarios se erige entre el mensajero –ministro, responsable de un partido, presidente autonómico, alcalde o aspirante a serlo—y el receptor del mensaje. Y, teniendo en cuenta la ya escasa voluntad de transparencia y de dar explicaciones por parte del emisor, calcule usted cómo queda la cosa una vez que pasa por las manos ‘dulcificadoras’ de algunos de esos intermediarios. Da la impresión de que se trata de no hablar con claridad. Y, así, al menos a mí, una gran cantidad de cosas que dicen nuestros políticos de todo signo me suena a mensajes dirigidos a terceros –a la oposición, al Gobierno, a la propia militancia, a las instancias europeas, al mundo mundial--, pero no al ciudadano, que es quien debe saber lo que le espera, quien debe exigir que se gobierne no solamente para él, sino con él. Y eso nadie parece tenerlo muy claro. Chitón, sshhhh, que nos están organizando la vida... Fernando Jáuregui. Editor del Grupo Diariocrítico.
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