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De Eva a Cristina: más derechos. más inclusión

De Eva a Cristina: más derechos. más inclusión

sábado 07 de mayo de 2011, 21:15h
Con un acto público y masivo en la Plaza de Mayo, el 23 de septiembre de 1947 se promulgaba la Ley 13.010 que extendió los derechos políticos a las mujeres. No sólo estableció su derecho a votar sino -lo que fue más significativo- el derecho a ser elegidas, a participar de la toma de decisiones en la vida política de nuestro país. Si bien la historia argentina había conocido antecedentes en la lucha por el sufragio femenino -ya en 1928 las sanjuaninas habían sido las primeras en votar en elecciones municipales- fue recién en la segunda mitad de la década del 40, impulsada por Eva Perón, que esa reivindicación histórica fue consagrada en todo el territorio. Evita entendía la participación de la mujer como parte esencial para la construcción de un nuevo modelo de Nación y la expresaba en su doble carácter. Apelaba a aquella mujer que compatibilizaba el cuidado del hogar y desplegaba sus virtudes de madre, y también podía vigilar y atender la marcha de los asuntos políticos nacionales. Con mujeres de distintas extracciones sociales pero con igual postergación, organizó y fundó en 1949 el Partido Peronista Femenino -luego fue Rama Femenina-, que produjo una movilización política sin precedentes: al cabo de dos años, contaba con medio millón de afiliadas y 3.600 unidades básicas. El partido conjugó capacitación política y ayuda social mediante una profunda penetración territorial y una militancia barrial a través de las unidades básicas femeninas, que fueron reconocidas por el propio Perón como modelo para las otras ramas del movimiento. Y condensó como nunca el ideal de la política puesta al servicio de las necesidades del pueblo, generando derechos allí donde sólo había necesidades. En las elecciones de 1951, casi 4 millones de mujeres votaron por primera vez, y fueron elegidas 23 diputadas y 6 senadoras. No obstante, más de cuarenta años después, fue necesario instrumentar una política de acción positiva que garantizara a las mujeres la representación de su participación. En 1991, el Congreso Nacional sancionó (fue pionero en el mundo) la Ley de Cupo Femenino (24.012), que estableció la obligatoriedad de incluir mujeres -en un porcentaje mínimo del 30%- entre los candidatos a cargos electivos de los partidos políticos, con posibilidades de resultar electos. Varios años (y decretos reglamentarios) después, nuestro país ocupa el primer lugar en América Latina -y el cuarto a nivel mundial- al alcanzar 40% de representación femenina en el Parlamento. Más allá del aumento en la representación numérica, la presencia y la labor de las mujeres ha ampliado la agenda política, incorporando a la discusión legislativa y a las políticas públicas una perspectiva y una serie de inquietudes hasta entonces ausentes y que tienden a la realización de una sociedad con más equidad y democracia. Así lo demuestran las últimas leyes aprobadas de salud reproductiva, violencia intrafamiliar, igualdad de trato y de oportunidades en las relaciones laborales, y el reconocimiento en la Agenda de Género de responsabilidades familiares compartidas y de la valoración económica y social del trabajo de las mujeres en el hogar, entre otros. Este último reclamo ya había sido planteado por Evita, quien tuvo la osadía de visibilizar el trabajo de las mujeres en el ámbito privado, en la atención de su familia “sin vacaciones ni horario ni descanso”, y de señalar la necesidad de pagar un salario por ello. Hoy vemos con orgullo que Néstor dejó como legado casi 2 millones de amas de casa jubiladas y con CFK tenemos además de Presidenta, ministras, directoras de Bancos, entre otros cargos ejecutivos desempeñados por mujeres en forma brillante. Y también tenemos Asignación Universal por Hijo para mujeres embarazadas y la Ley que equipara a las trabajadoras en casa de familia con el resto de las trabajadoras. Aunque todavía escaso, el acceso de las mujeres a los ámbitos de decisión y a cargos ejecutivos ha logrado romper con algunos estereotipos y con la división sexual del trabajo, a la vez que ha permitido introducir, de manera incipiente, la perspectiva de género en las políticas públicas y en las instituciones. Todos los logros de estos ocho años nos llenan de esperanza para seguir la lucha por la igualdad real de derechos, de oportunidades y de trato entre varones y mujeres. María Lucila `Pimpi` Colombo Subsecretaria de Defensa del Consumidor de la Nación, dirigente de Nueva Dirigencia-Frente Para la Victoria, y titular del Sindicato de Amas de Casa
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