Peor ser honrado y parecerlo, aunque no toque

Es aquello de la mujer del César, las apariencias y la honradez... A veces, aún hay algo peor que ser honrado y no parecerlo: ser honrado y tener que parecerlo, cuando lo mejor sería no parecerlo. En fin, un poco complicado pero fácil de explicar. Muchas veces las administraciones se encuentran en la tesitura de tener que invertir en bienes que serán evaluados por los administrados porque están a la vista. Por ejemplo, en coches oficiales. En estas situaciones, llegan múltiples ofertas de diferentes marcas y no siempre los estamentos oficiales se quedan con la que ofrece condiciones más ventajosas. Dicho sea sin tapujos, la que ofrece precios más económicos. La razón es que, en ocasiones, la mejor opción también es aquella que el ciudadano identifica con el lujo y, en cambio, la que se consideraría de gama alta sin llegar al extremo resulta más costosa. Pero, aún así, la decisión final suele decantarse por esta segunda porque, sin duda, sería mucho más dificultoso explicar -y hacerlas creíbles- las razones que llevaron a inclinarse por la primera oferta. Esto pasó, por ejemplo, hace unos años en la Generalitat con su flota de coches oficiales.