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Rato les hará un roto

Rato les hará un roto

jueves 28 de junio de 2007, 19:34h

Ya lo sé, ya: son razones personales. Nos lo repiten por activa y por pasiva: que Rodrigo Rato deja su espléndida lejanía como director gerente del Fondo Monetario Internacional –tratamiento protocolario de jefe de Estado; del sueldo ya ni hablamos…-- y se vuelve a Madrid por “razones personales”. Sabemos cosas de su vida privada, que fue muy comentada en su día, de sus hijos, a los que adora. Incluso sabemos bastante de la sorpresa que ha provocado este súbito anuncio en el Partido Popular, si bien me aseguran que hace algunos días ya le comunicó a Mariano Rajoy su decisión de regresar a la madre patria. “Estaba hasta las narices”, te dicen, textualmente, quienes aseguran saber en la sede de la calle Génova.

En el PP ayer todo eran cautelas. Nadie quiere aventurar si Rato regresará a la política nacional, de donde tal vez jamás debería haber salido. Era el hombre para batir a Zapatero, y no fue el sucesor de Aznar porque tuvo la osadía de oponerse –tenue, quedamente—a la guerra de Irak. Pero ahora ya no puede encabezar la oposición: está Rajoy, indiscutible y poco discutido. Además, no es diputado ni quedaría bien el ‘quítate tú para ponerme yo’. Puede que en las próximas horas anuncie que no quiere dedicarse a la política –desde luego, ganará más dinero en la vida privada: tiene múltiples ofertas sustanciosas, consta--, pero la política es como el aire que respira: la necesita.

Dudo mucho de que se resista a aceptar una segura oferta para ser el número dos por Madrid, tras Rajoy, en las próximas elecciones generales de marzo (salvo adelantos). Sería el retorno por la puerta grande, como José Tomás. Llega con esa pátina de prestigio de quien ha encabezado una gran institución internacional, cosa de la que, ahora misma, solamente él y el socialista Javier Solana pueden presumir. Pero Solana no puede volver, porque hay roces con Zapatero, cosa que no ocurre entre Rato y Rajoy. Al menos, no los hay por ahora.

Tiene RR ex colaboradores, los ‘ratistas’, bien situados en meandros de la Administración, en empresas clave, en la Comunidad de Madrid; de cuando en cuando se reúnen, no necesariamente de manera conspiratoria. Hizo un buen papel como vicepresidente económico, se distanció de su jefe Aznar cuando y donde debió hacerlo, parece que en el FMI no estaban descontentos con él –esto, la verdad, casi nadie lo sabe con certeza, claro. Confieso que sobre esto apenas cuento lo que me cuentan--.

Lo que sí sé de primera mano es que es un político como la copa de un pino. Lo respetan –bueno, ahora empezarán a atacarlo—los socialistas y, lo que es aún más difícil, sus propios compañeros de partido. Tiene buen cartel en los medios económicos y en los ámbitos de esa España privilegiada, reservada a los Rato Figaredo de toda la vida, pero puede ser un populista si resulta imprescindible.

Si se aproxima a la política, Rato, todo un reto, puede hacer un roto en las expectativas de Zapatero ante las próximas elecciones generales. Es, nadie puede dudarlo, un activo muy importante para su partido. Y Rajoy puede manejarlo incluso como cuña frente a las aspiraciones de un poco querido Alberto Ruiz-Gallardón, que no dejó pasar ni un minuto, tras su triunfo en la alcaldía, para dar a conocer sus ambiciones. Que transitan, precisamente, por ese número dos en la lista de Madrid, y ya se sabe que el 2 es número sucesorio cuando el 1 se desgasta.

Ahora mismo, ya no sé si Nicolas Sarkozy es como Rajoy, como su medio primo Gallardón o como Rato. O un poco como los tres, aunque más como este Rodrigo, a quien conozco desde los tiempos del colegio y que ya entonces, medio siglo casi, era un poco chulo, como casi todos los triunfadores. ¿Viene a triunfar? Seguro. Lo importante es saber: ¿en qué campo?

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