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Muchas manos en el caldo

Muchas manos en el caldo

miércoles 15 de junio de 2011, 19:09h
La cruel historia del siglo XX no encuentra cómo decirles que lo que pretenden es un fiasco radical El pasado jueves 9, como es su costumbre, Nelson Bocaranda nos sirvió unos Runrunes que no tienen pérdida. Lo primero -y quizás lo más importante- es la información del "beneficio" que la rodilla complicada le brindó a quien la padece, ¿o será mejor decir "a quienes medran de las angustias y terrores" del enfermo que, sin imaginarlo, iba directo a una cirugía en Cuba? En efecto, según Bocaranda hubo mucha actividad en Miraflores por estos primeros días de junio, pues "diariamente se reunía el enfermo con los miembros de sus diferentes "salas situacionales", integradas -y aquí viene lo bueno- por venezolanos, cubanos, españoles, mexicanos, argentinos, un exembajador suizo, un inglés y dos gringos", quienes, según el articulista, se distribuían en diferentes mesas de trabajo. Por lo que daba a entender Bocaranda el propósito de esas mesas no era -¿para qué?-, cómo se hará para siquiera concluir unos pocos miles de casas de las dos millones que, según afirmara el enfermo, "le costarán el pellejo". Mucho menos era para ver cómo se logra el milagro de que los "alumbrones" consuetudinarios se conviertan en espaciados "apagones". Demasiados condicionales para tan grandes milagros. Que eso es muy importante lo testimonian las desafiantes palabras del ministro Alí Rodríguez ante los trabajadores de Corpoelec. ¿Recuerdan? Para Rodríguez, los "éxitos" con luz y vivienda de aquí al 2012 le brindarán el sonoro triunfo electoral que Chávez desea. ¿Cómo garantizar que palabras que se pretenden proféticas no se reviertan en un aterrador boomerang? ¿Qué pasaría si, como parece, esos éxitos brillasen por su ausencia? No quiero ni imaginar la Babel que serán unas mesas con tal variedad de lenguas... y deslenguados. Debe ser una delicia oír, con la petulancia que les es proverbial, las "verdades" que sobre Venezuela proferirán izquierdistas argentinos bajo la mirada condescendiente de quienes les llevan una morena: los izquierdistas españoles. Supongo que en ese carnaval de frases retóricas que retumbarán en los vetustos salones, los venezolanos se sentirán muy a gusto. Siempre es tan placentero el tener que calarse que extranjeros te den lecciones sobre tu propio país y que, además, lo hagan con toda la irritante condescendencia de quienes en sus países no reciben ni un gramo de atención y, por fin, consiguieron que no sólo les ofrezcan atención, sino plata en bruto. Bueno, eso es un decir. Chávez, el único que cuenta en estos torneos, gasta ese dinero para lograr lo mismo que los emperadores chinos de antaño: oír a sus magos y letrados debatir con los jesuitas recién llegados de la lejana Europa para, una vez concluido el entretenimiento, constatar que el emperador ya tenía la razón, toda la razón. En efecto, el mismo Bocaranda nos lo aclara: después de tanto debate, Chávez sacó su clarividente conclusión, que no es otra que lo que le dicen sus encuestas. Él ya ganó y hasta con aburrimiento, pues no hay nadie enfrente que se le equipare ni que le llegue a los tobillos. Es decir, que los "sabios" de Babel convocados a emitir su opinión, o no oyen lo que la calle dice, o peor: Chávez no les oyó, porque él sólo se oye a sí mismo; cosa, por cierto, que ya sabíamos. Es más, en realidad Chávez no les paga para que vengan a decir lo que ellos creen, sino para que confirmen lo que él siente. En eso Chávez es copia al carbón de cuanto autócrata se autoengaña en cada rincón del planeta. ¿Se acuerdan de la contundencia con que Gadafi le afirmaba al periodista de la BBC, de visita en Trípoli con motivo de la sublevación de los libios: "They love me, you don't understand, they love me!"? Igual es Chávez -nada original, como vemos. Muy útil sería que estos "sabios" intentasen dilucidar porqué todo va de mal en peor en Venezuela, porqué, mientras más dinero se distribuye (¿?) para obras que garantizarían un lugar en la historia para Hugo Chávez, lo único que producen es descalabro tras descalabro y una erosión constante y sistemática del fulano proyecto revolucionario. Eso si sería rentable, eso les pondría a la par de José, el hebreo que le descifró al faraón la pesadilla de las siete vacas gordas. Lástima. Ese propósito es el único que no pueden alcanzar. La cruel historia del siglo XX no encuentra cómo decirles que lo que pretenden y en lo que creen es un fiasco radical y que, para ver luz y entender qué es lo que pasa, tendrían que, como dijo Cristo, "nacer de nuevo". Ése, ése y no otro es el verdadero hombre nuevo que tanto pregonan. [email protected]
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