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Y en Galicia una hora menos

Y en Galicia una hora menos

martes 05 de diciembre de 2006, 16:59h

Finalizó este fin de semana la Asamblea del Bloque Nacionalista Galego. La formación frentista decidió pasar del actual modelo asambleario (cosa que, por ejemplo, en Esquerra Republicana de Catalunya suele jugar malas pasadas) por el más ¿ortodoxo? de delegados. De paso, la dirección que se sometía a la aprobación de los presentes, hizo el encaje de bolillos (ya se sabe que la tendencia es a celebrar estos encuentros a la búlgara, con unanimidades casi de chiste) incorporó las tendencias minoritarias disidentes a la nueva Ejecutiva. Si, como decía Iñigo de Loyola, en tiempos de tribulación no conviene hacer mudanza, en épocas de relativas vacas gordas (el BNG está gobernando en la Xunta, en coalición con los socialistas) conviene prescindir de las broncas internas.

Anxo Quintana, el portavoz nacional y vicepresidente de la Xunta de Galicia, queda nominalmente reforzado (y de paso, ungido nuevamente por la UPG de Francisco Rodríguez, defensora de las esencias nacionalistas a este lado del Padornelo), Xosé Manuel Beiras, Camilo Nogueira y Alberte Rodríguez Feijóo dejan de estar extramuros y, de momento, se cobijan en el zaguán. En suma, nada nuevo bajo el sol –ni bajo la lluvia que sigue descargando sobre el país gallego).

Como los del BNG son muy suyos y muy aficionados a la pirotecnia esencialista, aprueban en su Asamblea nacional, que el Gobierno central otorgue al Antiguo Reino un huso horario propio. De tal modo que los relojes de Compostela marquen la misma hora que los del Reino Unido, Portugal y las Islas Canarias, en lugar de los del meridiano de Madrid, que son los que determinan la hora civil por la que nos regimos. Parece ser que, según los bloqueiros, eso reforzaría las señas de identidad gallega. Hasta el punto que se diría, en los boletines informativos de las grandes cadenas radiofónicas, públicas, privadas y mitradas, eso de “son las tantas de la tarde. Una hora menos en Galicia y el Archipiélago canario”.

Semejante boutade --no por decir chorrada-- figura, negro sobre blanco, en las conclusiones de la Asamblea del BNG, para pasmo del columnista que, como gallego y con domicilio oficial en la comunidad, no hace falta que, al modo del bolero, el reloj le marque las horas. El atraso de Galicia, por ceñirnos sólo a las infraestructuras del transporte, es de medio siglo como mínimo. Es más, el columnista las acaba de sufrir en sus pecadoras carnes y sus doloridos huesos este fin de semana, viajando entre Monforte de Lemos y Vitoria, tanto a la ida como a la vuelta, en un tren talgo cuyos vagones parecían extraídos del Museo del Ferrocarril, sección de trastos viejos a restaurar. Retraso a la ida y retraso más avería eléctrica a la vuelta. Y eso que –y espero que por muchos años— los relojes siguen puestos a la hora del meridiano de Madrid. Como para que, con el retraso horario que propugna el BNG, además, los paneles de información de Renfe se transformasen en el previsible caos que produciría la existencia de dos horas distintas en un mismo ámbito territorial.

Naturalmente que hay que poner en hora los relojes cuando hablamos de Galicia y de sus infraestructuras y de sus dotaciones ferroviarias. ¡Sólo faltaría que así no fuera!. Pero es España entera la que debe ponerse en hora.

 

 

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