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La España moderna

La España moderna

jueves 07 de julio de 2011, 18:30h
El pequeño aunque movido ámbito intelectual del país, formado por los jóvenes que nacieron en los años posteriores a la Guerra del Pacífico, creció con el dolor de la derrota, pero a la vez con el ánimo de desterrar los vicios políticos, sociales y culturales que acarrearon aquel resultado, a través del estudio de la sociedad, de su historia y geografía, de la población, de las ciencias modernas. Pocos, como esos intelectuales, así calificados por sus adversarios, pero que tomaron el título para sí mismos, confiaron tanto en el escrito para lograr su propósito. Sus revistas, publicadas al romper el siglo XX en las principales ciudades, desempeñaron un papel clave en la difusión de sus posiciones, que abarcaron un abanico grande de intereses, con un fuerte contenido político. Si bien la mayoría de esas publicaciones fueron de corta duración y aparición esporádica, ahí  se sintieron más libres para expresarse que en loslibros o el periódico. Consideraron a los libros como un producto acabado, visto con reverencia, poco apto para acoger un pensamiento en ebullición; con el segundo, sus relaciones tuvieron un cariz tormentoso por los fuertes compromisos de la prensa con los gobiernos y la censura que ahí se ejercitaba. Por el contrario, las revistas extranjeras, en algunas de las cuales publicaron artículos, tenían la ventaja adicional de traerles a bajo costo un panorama de las corrientes literarias, filosóficas y científicas de vanguardia. La España Moderna fue una de las más destacadas de la época. Apareció en Madrid como revista y editorial en 1889, impulsada por José Lázaro, quien encontró en la escritora Emilia Pardo Bazán un apoyo crítico y el respaldo de un nombre famoso. El  lanzamiento de la empresa, que pronto se convirtió en una referencia insoslayable para la cultura de España y América de ese entonces, “se saldó por un lance amoroso” entre los dos gestores. Por acá, Casto Rojas reconoció sus deudas intelectuales con la publicación y G. Adolfo Otero la consideró como un balcón hacia  las novedades del mundo. La revista, de periodicidad mensual, recogía novelas, poesías y ensayos de los principales autores de Europa y América. Además de estas colaboraciones, contaba con secciones fijas: Revista de Hispanoamérica, Revista de revistas, Crónica literaria, Notas bibliográficas y Obras nuevas. En los números de abril y junio de 1899, que adquirí en un puesto de los libreros del mercado Lanza, aparece en el segmento dedicado a Hispanoamérica una crónica de la Revolución Federal en Bolivia, abiertamente opuesta a los revolucionarios, y escrita por Iob, seguramente un pseudónimo. En la nota, que da cuenta del triunfo revolucionario, se ofrece un retrato del presidente S. Fernández Alonso, hecho por Juan O. Monasterios, comisionado por J. M. Pando para tratar de concertar un  acuerdo con aquél: “Bien plantado, dice el emisario, garboso, en traje de paseo, el pantalón color avellana, al justillo, negro el dormán, las presillas con gruesos redientes de Generalísimo y el kepis lleno de bordados. Apareció calzándose los guantes con femenil donaire”. El cronista concluye su relato lamentando no haber referido con igual prodigalidad los accidentes de la revolución ecuatoriana tal y como lo hace con Bolivia; revoluciones que, agrega, desdichadamente no han acabado ni en el Crucero de Paria ni en el Combate del Chimborazo. “Ojalá nos equivoquemos en nuestro vaticinio”, desea el autor al final de esta su crónica tan pormenorizada en las atrocidades de la lucha, y que a Fanor Romero, primer propietario de estas revistas,  le impulsa a escribir en los márgenes del texto: “(qué) horror”. A través de La España Moderna, sus lectores se enteraban sobre las corrientes  de pensamiento recientes, utilizándolas con frecuencia para moldear la opinión pública, con novedades manejadas en su beneficio. No se puede comprender los caminos tomados por los escritores y políticos nacionales sin dar a ésta y otras revistas una atención cuidadosa, pues constituyeron un factor insoslayable de la vida intelectual boliviana.  
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