El desmadre de los aeropuertos

La solicitud que le acaba de hacer el alcalde Javier León de la Riva al presidente de la Diputación Provincial de Valladolid, Jesús Julio Carnero, para que esta institución se incorpore al Consorcio del Aeropuerto de Villanubla le sirve al Topillo para hacer un análisis detallado de la cruda realidad aeroportuaria de Castilla y León. Y es que a pesar del aumento del turismo este año, y el lógico incremento de pasajeros, la situación de los cuatro aeropuertos sigue siendo lamentable. Sobre todo de algunos. Recordamos: la deuda imputable al de Valladolid es casi 63 millones de euros, al de Salamanca 47, al de Burgos casi 69 y al de León, todo un caso de estudio, más de 111. En total los cuatro aeropuertos de Valladolid acumulan una deuda de casi 290 millones de euros, que se dice rápido. O sea, en torno a los 48.000 millones de las antiguas pesetas.      Para completar el cuadro añadimos que las inversiones de Aena los últimos diez años en los aeropuertos de Castilla y León fue la siguiente: al de Valladolid, 33 millones de euros, al de Salamanca, 19, al de Burgos (Villafría) 54 y al de León, 88. En definitiva: los aeropuertos de Castilla y León en su conjunto son un tragadero insaciable de dinero público, sin visos ni perspectivas de solución porque, entre otras cosas, no hay ni población ni clientes suficientes para tanto aeropuerto. Como además la crisis ha acentuado los problemas, las perspectivas son aún más negras, hasta el punto de que las instituciones que han metido tanto dinero en estos aeropuertos ahora se lo piensan tres veces, entre otras cosas porque no pueden sacar de donde no tienen.     Lo más curioso del desmadre aeroportuario de Castilla y León, producto de cuando todos éramos guapos y ricos, es que un estudio elaborado por AFI (Analistas Financieros Internacionales), dado a conocer en marzo de 2009, proponía que debía haber dos aeropuertos más: uno en Segovia y otro de aerotaxis en Soria. Suponemos que el de Soria sería para transportar a los animales sueltos que andan en la zona y que causan tantos accidentes de tráfico, porque otra cosa, difícil. Conociendo los éxitos de los últimos años de los expertos económicos y financieros, nacionales e internacionales, no debe extrañarnos este estudio maravilloso. ¿Alguien, en algún momento, pondrá racionalidad a todo esto? ¿Alguien se atreverá a parar la sangría de recursos económicos tan necesarios para otras cosas? ¿O se seguirá mirando para otro lado?     Por cierto, y por último, ¿por qué León de la Riva le pide a Carnero que la Diputación Provincial se meta en ese lío cuando está diciendo que las diputaciones tienen que desaparecer? Como dice su amigo José Antonio de Santiago-Juárez: “o so o arre”.