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Los días más críticos

Los días más críticos

miércoles 03 de agosto de 2011, 10:50h
Se suponía que, aprobada la segunda parte del rescate griego, y alcanzado el acuerdo entre republicanos y demócratas norteamericamos sobre cómo reducir su propia inmensa deuda, los mercados se aplacarían y permitirían unas vacaciones tranquilas y relajadas. Muy al contrario, la voracidad  de esos mercados siempre insatisfechos y ansiosos de cobrarse más y más "cacho", ha vuelto a ser la características del momento, hasta el punto de asustar, preocupar y hasta causar pánico no sólo entre los inversores, sino sobre todo, en la clase dirigente y en el ciudadano corriente. ¿Dónde vamos a ir a parar, qué es lo que los especuladores pretenden?, se pregunta, una y otra vez, los expertos, analistas y otros supuestos conocedores de la situación, mientras los políticos se consultan entre sí sobre qué más podría hacerse. Tras el día "de infarto" que fue el martes, con primas de riesgo por encima de todo lo previsible, hemos tenido oportunidad de comprobar la ausencia de toda prudencia en algunos de nuestros políticos. González Pons no ha dudado en reprochar a Zapatero: Si se hubiera ido antes, si hubiera convocado antes las elecciones generales del 20-N,  no estaríamos así..., venía  a decir. Y  Durán i Lleida, por su parte, llegaba a otra extraordinaria conclusión: "Tras hablar con el presidente, creo que la situación es gravísima". Y no se refiere a la preocupante salud de la economía catalana, forzada a vender inmuebles a precio de saldo, sino a la salud de la economía española en su conjunto, que con la italiana, la belga y hasta la francesa, están pasando por esos tiempos críticos. Si esto no es un ataque organizado y en bloque contra la moneda única europea, el Euro, se le parece mucho.  ¿Puede hacer algo el ciudadano contrito y acongojado? Seguramente no le cabe otra actitud que la de esperar y ver. ¿Y el político? Tasmpoco parece que pueda hacer más, salvo, acaso, propone y adoptar más medidas de reducción de gastos, hasta que esos voracísimos mercados digan basta. Que no parece que vayan a decirlo nunca. Cuando no sea Gracia, volverán sobre Irlanda, sobre Portugal o abrirtán nuevos frentes como los que ya tienen abiertos en España, Itralia, Bélgica y Francia. Se suponía que los Estados eran autónomos e independientes, y que nada podría someterlos a mandatos externos, pero ya hemos visto que tal cosa no es así, o no lo es en los últimos tiempos. Esos mercados nunca satisfecgos, o las agencias de calificación parecen capacitadas para hacer y deshacer a su antojo los programas y la vida misma de los ciudadanos, y en particular, de sus dirigentes políticos, obligados a bailar al ritmo que les imponen. ¿Les preocupa la deuda autonómica, que haya dificultades para el pago del rescate griego, o que la economía no termine de despegar tras la crisis económica?  No parece que sean las auténticas y verdaderas razones para esta nueva embestida. No es menos cierto que muchas de las cuestiones "delicadas" en materia económica, se están viendo en la plaza pública y en el debate abierto nacional e internacional. Y que, superada esta crisis, es probable que nuestra economía quede, finalmente, en las exigentes medidas que se le requieren y exigen. Pero estos sustos de cada día no tienen precio. Salvo que ayudan a medir la prudencia y el recato de quienes se presentan como portavoces de grupos políticos, y frecuentemente hablan, como suele decir,  "por boca de ganso", y procurando alguna tensión más de las que ya se padecen...
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