Desde la libertad.- Después de Polanco

La muerte de Jesús Polanco marca un hito en la historia del Grupo Prisa porque, como suele decirse, ya nada podrá ser igual: ha muerto el creador del grupo. Los tiempos iniciales fueron, en realidad, prehistoria, y las circunstancias, bien distintas de las de ahora. En el último cuarto de siglo la vida pública española experimentó avatares que ya no se van a repetir, o al menos eso esperamos todos: quiero decir que es de suponer que no vamos a pasarnos la vida entrando y saliendo de una dictadura y cometiendo errores de primerizos en la operación.

Jesús Polanco marcó un estilo personal de dirigir el grupo, y su hijo Ignacio, designado sucesor en la Presidencia, no va a poder comportarse como su padre por la sencilla razón de que él no es su padre. Puede optar por imponer su propio estilo, o por mantener la continuidad. En ambos casos habrá cambios. Si decide coger las riendas y gobernar el negocio a su manera, la perspectiva de esos cambios es obvia; si prefiere la continuidad, le será muy difícil reeditar la bicefalia que evoca Juan Luis Cebrián en su artículo de despedida del gran patrón, en que rememora el "pacto de sangre" que selló con su padre. La relación no puede ser igual, porque al menos desde el punto de vista de Cebrián, no es lo mismo llegar llamado por el jefe que ya estar ahí y que el nuevo jefe llegue. La experiencia tantas veces repetida enseña que habrá cambios. Cuáles, y de qué magnitud, nos lo dirá sólo el paso del tiempo.