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No te va a gustar.- Corona-Moncloa: la 'cumbre' de Marivent

No te va a gustar.- Corona-Moncloa: la 'cumbre' de Marivent

lunes 23 de julio de 2007, 17:58h

Hay quien aguarda con el catalejo muy atento la próxima 'cumbre' de Marivent entre el jefe del Estado y el del Gobierno. No es que estas audiencias veraniegas suelan dar mucho de sí informativamente, circunscribiéndose más bien a lo protocolario, al menos en lo que trasluce externamente. Pero ahora, en la recta final de una Legislatura apasionante y con todo el agua que ha pasado bajo los puentes, me da la impresión de que este encuentro, que tendrá lugar a finales de la próxima semana probablemente, tiene más calado que nunca. O debería tenerlo.

Claro que no lo digo por cuestiones coyunturales, como que el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, haya ordenado el secuestro de la revista 'El Jueves', que publicaba un dibujo de pésimo gusto que afecta al Príncipe de Asturias y a su esposa, doña Letizia Ortiz. Por cierto que quienes acusan constantemente al fiscal de estar al servicio incondicional del Gobierno habrán visto sus tesis algo contaminadas por el hecho de que el Gobierno parece bastante disgustado con esta medida, finalmente adoptada por el juez del Olmo. La propia vicepresidenta Fernández de la Vega dijo este lunes, en un acto en presencia de Conde-Pumpido, que la legislación en esta materia (secuestro judicial de ejemplares de prensa) está algo obsoleta. Lo que no quiere decir, desde luego, que el Gobierno esté de acuerdo con faltas de respeto a la dignidad e intimidad de los príncipes de la magnitud de la perpetrada por el dibujo de sal gorda de la revista satírica. De ninguna manera: a Zapatero hay que reconocerle, contra lo que alguna vez sucedió con su antecesor, el conservador Aznar, que mantiene con exquisitez las relaciones con La Zarzuela. Pero exquisitez no quiere decir entusiasmo. Ni siquiera cordialidad, que es algo que ignoro, francamente, si existe entre el Rey y el líder socialista.

Es, simplemente, que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, con el propio presidente al frente, no pierde ocasión de proclamar su fervor hacia la República, y ningún jefe de Gobierno de la Monarquía se había atrevido, hasta ahora, a manifestarlo de manera tan patente y en voz tan alta. Cosa que, por lo demás, sólo significa lo que significa: que el PSOE es un partido republicano que, en el terreno de lo teórico, reverdece ahora sus laureles. Y ocurre, también, que Zapatero parece decidido a pisar el acelerador de la izquierda en busca de renovar su estancia en la Moncloa tras las próximas elecciones generales, y ya se sabe que el republicanismo, de alguna manera incluido en la 'memoria histórica', constituye una llamada 'progre'. Al menos en la teoría, porque ya vemos que desde determinados sectores que podrían pasar por ultraderechistas también se hace bandera del antimonarquismo.

Tienen perfecto derecho Zapatero y el actual PSOE -Felipe González se cuidó siempre muy mucho de cualquier insinuación en este pantanoso terreno- a manifestar su opción por una u otra forma de gobierno, independientemente de que el actual equipo que gobierna en España sepa que, los experimentos, con gaseosa. Con mucha gaseosa, elaborada con meditación y prudencia. Pero en este país nuestro van a ocurrir, de manera inevitable, algunas cosas en los próximos meses. Una, que, más pronto que tarde, se deberá modificar la Constitución para equiparar los derechos del hombre y la mujer en la sucesión de la Corona, y esa modificación exige un referéndum que acabará convirtiéndose en un amplio debate sobre Monarquía-República, el debate público que jamás se ha producido en España desde la reinstauración de la Corona en la persona de Juan Carlos I. Dos, que el Monarca cumplirá en enero setenta años, y los cumplirá en plenitud de facultades. Pero, tres semanas después, su hijo Felipe cumplirá cuarenta años, y renacerán las polémicas, tan cruelmente llevadas al absurdo por la famosa portada de 'El Jueves', acerca del papel que debe jugar el heredero de la Corona cuando esa función -o falta de ella- se alarga.

Así que tengo para mí que Don Juan Carlos de Borbón y José Luis Rodríguez Zapatero se deben una larga conversación sobre el futuro de España, sobre la estabilidad del sistema y sobre qué carpetas conviene abrir en estos tiempos con vientos de mudanza y cuáles, por el contrario, deben mantenerse intocadas en los anaqueles. Por eso, aun sabiendo que de la próxima 'cumbre' de Marivent no se filtrará al común de los mortales lo más sustancioso de la conversación entre el Rey y el presidente, creo que los comentaristas políticos debemos instalar nuestro observatorio ante este tipo de encuentros, a solas y sin tiempo tasado, entre ambos.

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