El Ayuntamiento se lava las manos

El Ayuntamiento de la capital responde a la reclamación número 050023, relacionada con el cierre del ascensor que sube y baja a los usuarios del aparcamiento municipal situado en la Plaza del Carmen, a partir de las diez y media de la noche, y lo hace lavándose las manos, no actuando en el sentido del denunciante, que no es otro que garantizar los derechos de las personas con movilidad reducida a entrar y salir de estos lugares en los que nos guardan el vehículo a cambio de unas monedas, en las mismas condiciones y horarios que los llamados válidos o normales. Lo hace, sin ninguna duda, dejando la situación como estaba y otro problema, de menor nivel, sin ninguna duda, sin resolver. La encargada del Departamento de Relaciones Institucionales y Régimen Interior, dependiente del Área de Gobierno de Seguridad y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, explica sus soluciones en su carta al que reclamó: el que suscribe y que, en esta misma columna periodística, denuncié la putada que me hicieron los que cerraron el elevador en el que subí hace ya varios meses para ir a cenar a esa zona de la Gran Vía.

Cuando terminé la reunión y me encaminé hacía el clausurado montacargas “por motivos de seguridad” tuve que bajar a pulso mogollón de escalones hasta llegar a la oficina de pago, en la que un empleado cobrador y otro de seguridad me ofrecieron sus disculpas y la hoja de reclamaciones que sirvió para obtener una contestación tardía e inútil, y  que podrían haber enviado a la pila bautismal del alguna parroquia necesitada de creyentes dispuestos a lavar sus pecados de la misma manera que se lava sus manos este Consistorio ante un derecho tan elemental como ser tratado igual que los demás. Volviendo a la misiva municipal, se me anuncia que, después de tener en cuenta las alegaciones de la empresa privada encargada de la gestión de este bien municipal, entre ellas razones de seguridad para dejar sin ascensor a los diferentes –los otros no lo necesitan- que hayan dejado su coche en este aparcamiento, que, en el caso de “necesitarlo algún usuario por minusvalía, después de esta hora, los empleados deben acompañar a este usuario poniendo operativo puntualmente el ascensor”.

Asimismo, la firmante del escrito informa de que “se debe requerir al concesionario del aparcamiento de referencia a fin de que informe a sus empleados de la forma de proceder ante situaciones similares”. Aparte de no resolver la cuestión planteada inicialmente, el Ayuntamiento de Madrid tramita el expediente como si se tratara de una partida de un proveedor habitual de, por ejemplo,  sábanas para residencias de personas mayores. Un par de aclaraciones. Con la intervención de este  departamento del Ayuntamiento que tiene más palabras en su denominación que ideas para los ciudadanos, si uno llega al aparcamiento de la Plaza del Carmen y el ascensor está cerrado “por motivos de seguridad”, lo lógico es pedir a la Administración competente que haga seguro el lugar. Y a continuación, bajar los mismos escalones que ya sufrí cuando me obligaron a hacerlo por ser diferente a la mayoría, en  mis andares, claro. Entonces, cuando ya uno se encuentra con  los empleados en la garita de pago para qué se les va a pedir  que abran el ascensor, si ya se está  abajo. Ahora una recomendación, si colocan un telefonillo en un lateral del ascensor, los usuarios con movilidad reducida  podrán pulsar un botón y pedir que la maquina de subir y bajar personas entre en funcionamiento. Todavía está el Ayuntamiento de Madrid a tiempo de poner un granito de arena en la construcción de un mundo sin barreras de ningún tipo.

Todo es cuestión de creérselo.