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La Constituyente en estado de coma

La Constituyente en estado de coma

domingo 19 de agosto de 2007, 02:58h

La Asamblea ha entrado en un estado de coma que la obliga a estar en terapia intensiva. Cuando el otrora candidato (favorito) y juez, el Dr. Costa Obregón, propuso la Asamblea Constituyente como pilar de su campaña, fue tildado de loco, inoportuno y hasta irresponsable, por el "stablishment" político de la época. La consigna fue apoyada más tarde por algún que otro candidato y la denominada "agenda de octubre" la puso entre las urgencias nacionales a resolverse en el corto plazo. Carlos Mesa impulsó la idea y dispuso de recursos para hacerla una realidad, asumiendo que él podría ser el gran constructor del nuevo país que se abría paso con "fórceps" y frente a un sistema de partidos que negaba entender la tendencia del imaginario colectivo que se adhería a la propuesta día a día. La interrupción de la gestión Mesa, precipitó que el MAS asuma la consigna y supo subirse al caballo de la historia con gran sentido de oportunidad (y oportunismo).

Hoy la Asamblea es una realidad, pero absolutamente distinta al deseo de la mayoría de los bolivianos que esperaban (conciente o intuitivamente) un nuevo país, resolviendo los problemas seculares y las contradicciones históricas del fundamento legal que nos regía desde varias generaciones atrás. Si el anterior sistema de partidos se "farreó" la democracia, el MAS ha decidido "farrearse" la Constituyente. El escenario Constituyente valió para todo, desde los fundamentalistas masistas (con más velocidad de boca que de cerebro), que propusieron cambios en el nombre del país, cambio de sus símbolos, nueva división territorial y hasta novedosas (aunque confusas) formas de propiedad, como la prioridad del cambio. Basados en la resaca de su festín electoral, creyeron poder hacer y cambiar todo, pero sin orden de prelación y comenzando con los aspectos más frívolos y formales.

Esa falla de origen dio pie a que los adormecidos opositores busquen fórmulas de equilibrio ante la brutal acción avasalladora de los novatos políticos del partido oficialista. Con la misma fórmula de frivolidad, inventaron un argumento sacado de alguna galera de mago y propusieron una premisa formal, que hoy se convierte en "el hoyo del queque" Constituyente: "La famosa capitalidad". Personalmente manifiesto mis dudas si cambiando la sede de los poderes podremos resolver las contradicciones que inspiraron la voluntad del cambio Constituyente o si ese hecho podrá posibilitar el mentado y deseado "nuevo contrato social". Creo que no, pues hay temas mucho más importantes y profundos. Sin embargo la política no siempre se guía por las premisas más racionales y hoy derrochamos neuronas, dedos, tinta y bits, al respecto y el tiempo de vida del instrumento entra en una peligrosa cuenta regresiva. La Asamblea ha fracasado pues ha perdido su legitimidad y su confiabilidad: no ha cumplido los mínimos objetivos, no generado mecanismo ordenadores, no ha promovido liderazgos y menos se orienta a un resultado beneficioso, consensuado e incluyente.

El “jaque” en el que se encuentra el MAS (pues de seguro no es un “mate”), tendrá nuevos capítulos de negociación política. La Autonomía será el valor de cambio con el que se retrucará la acción opositora, sin embargo la única posibilidad posible girará en función de la presión, el chantaje y la tranza política. Los virginales sujetos de la conducción oficial ya no podrán inculpar nada al anterior sistema o al neoliberalismo hechos carne, de sus insuficiencias políticas. No les quedará otra que inaugurar el nuevo sistema político sin más suerte que el reconocimiento del adversario, pues el otro camino es patear el tablero y hacer las cosas “a la mala”. Dios nos libre de tal extremo.

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