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Un sueño “fenomenal”

Un sueño “fenomenal”

sábado 25 de agosto de 2007, 13:05h

Este último viernes el azar y la necesidad se reunieron para producir una imagen sugeridora de reflexiones. Por la mañana, muchos rotativos llegaron a sus lectores con la foto del siempre sonriente Rodríguez Zapatero, esta vez ante una casa rural de Asturias, y su muy veraniega declaración de que había dormido “fenomenal”. A esas horas, los medios audiovisuales y electrónicos ya habían informado al público de que, a las 03:30 de la madrugada, ETA había hecho explotar un coche bomba contra el cuartel de la Guardia Civil en Durango. Así que la cotidiana acción de relaciones públicas de la oficina de efectos especiales de La Moncloa adquiría los tintes de una patética paradoja.

Por supuesto que cualquiera supone que el presidente habría sido rápidamente informado del atentado terrorista y que por tanto, su sueño de esa noche habría sido mucho menos “fenomenal” que el de la noche anterior, proclamado en los periódicos, pero ahí quedaban, cautivas del papel impreso, interesantes para la reflexión, la banalidad e inoportunidad de una sonrisa con injustificados aires de suficiencia. Parece que ETA no toma vacaciones.

En la lógica siempre compleja del terrorismo caben distintas interpretaciones sobre lo que ETA haya querido comunicar en Durango. Puede ser que la organización terrorista se una a los que, como los nacionalistas moderados y otros sectores, conceden limitado valor a la palabra de Rodríguez Zapatero y tras lo sucedido en Navarra hayan optado por una nueva etapa de “lucha armada” con todas las consecuencias. O casi lo contrario, que los dirigentes de ETA estimen que Rodríguez Zapatero necesita una cierta dosis de presión para justificar ante los suyos el regreso al “proceso de paz”, esto es, al diálogo político entre el gobierno y ETA.

Algo que ha cambiado sustancialmente hace difícil a Rodríguez Zapatero seguir negociando con ETA, si es que esa fuera su voluntad. ETA y sus terminales políticas “abertzales” han proclamado, de manera pública y expresa, que el “proceso de paz” se basa en negociar soberanía y territorio, dicho por lo claro, autodeterminación y Navarra, esto es, que se trata de negociación política pura y dura.

Cabe suponer, o por lo menos, desear que la decisión tomada por Rodríguez Zapatero en Navarra no sea electoralismo a corto plazo, una manera de ganar tiempo para volver más adelante a la ensoñación de una imposible “solución a la irlandesa” para Euskadi. A todos nos conviene creer y desear que el presidente del Gobierno ha reflexionado y ha visto, por usar la famosa frase del gran torero, que “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”.

Pero si, para luchar contra el terrorismo, quiere la unidad de todas las fuerzas políticas en torno a su Gobierno, que debe recibirla sin duda, es necesario que además de pensarlo, lo diga. Que diga, de su propia voz, que toma el mando de la lucha judicial y policial contra ETA, y que sólo dialogará políticamente con el nacionalismo vasco al día siguiente de que ETA haya dejado de existir. Porque las dos cosas son necesarias, terminar con ETA y encontrar los más amplios espacios para la acción política del nacionalismo moderado vasco, el que representan personalidades como el antiguo lehendakari Ardanza y el actual presidente del PNV, Imaz.

Con el sentido de estado que tantos añoran de su predecesor en el PSOE, Felipe González, debe entender Rodríguez Zapatero que sólo desde la claridad de una rotunda expresión pública tendría derecho a reclamar el apoyo expreso del PP. Y este partido no tendría más remedio que prestarlo, y seguramente lo haría con gusto, claridad y transparencia.

Como la famosa “barra” del Parlamento británico, ante el terrorismo hay marcada una línea que no permite ambigüedades. Se está a un lado u a otro de la línea. Con todo lo que algunos piensan, y a pesar de lo mucho y grave que ha sucedido, Rodríguez Zapatero es el presidente legítimo del gobierno de España y por tanto, si levantara expresamente la bandera de utilizar sin reservas todo el poder legal del Estado para terminar con ETA, nadie sería capaz de negarle su asistencia y respaldo.

Para “el día después” del fin de ETA lo importante es que nada tiene que ver el terrorismo con el modelo de desarrollo y culminación del Estado de las Autonomías. Son temas absolutamente distintos y sin la menor superficie de ósmosis. ETA es y nada más que es una organización terrorista, una banda criminal que debe desaparecer y sus dirigentes y activistas pagar por los crímenes cometidos. Pero cuando haya desaparecido ETA tendremos la gran oportunidad de avanzar tanto como convenga, con las únicas armas de las razones y los votos y por el camino del Derecho, en la configuración territorial y política de la España plural.

Al margen de ese tema medular que es el terrorismo, la satisfecha sonrisa del sueño “fenomenal” en Asturias tiene otras inoportunidades, y no puede ignorarse la inquietud, que no es alarmismo, en torno a la evolución de la economía y sus posibles consecuencias en importantes ámbitos de la actividad productiva. Cada vez son menos, y con argumentos menos verosímiles, los que se atreven a negar que el cambio de ciclo económico se aproxima.

La crisis inmobiliaria y la crisis financiera son sólo protofenómenos, en el sentido “orteguiano”, del cambio de ciclo, pero son nada menos que eso. No se trata de circunstancias que vayan a pasar por no mirarlas o que puedan ser corregidas sin decisiones de política económica. En apenas veinte días de agosto, el euríbor ha subido casi tres décimas, y seguirá subiendo. Dice la OCU que sólo el pago de hipotecas se acerca al 40% de la renta familiar. Pronto se habrá cruzado el límite del esfuerzo familiar razonable para pagar las hipotecas.

Es a partir de ahora cuando empezarán a ser visibles las consecuencias de la falta de una política económica digna de tal nombre. Es verdad que Solbes administra con pulcritud y seriedad, pero no consigue persuadir al presidente del Gobierno, que está exclusivamente dedicado a cuidar los objetivos electorales, de la necesidad de una política económica activa como la que, entre 1994 y 2004 produjo tan excelentes resultados de crecimiento y modernización.

Así las cosas, el curso político apunta apasionante. El Gobierno, por sus voces más autorizadas, mantiene con firmeza que agotará la Legislatura, esto es, que el Parlamento celebrará sesiones hasta la aprobación de los Presupuestos Generales y las elecciones generales se celebrarán en marzo. Algunos pensamos que no está descartada la disolución anticipada y que las elecciones generales se celebren antes de fin de año. Ya explicaré por qué. Pero en fin, tres meses antes o después es poca cosa. En cualquier caso, el hecho es que, dentro de unas semanas, la “rentrée” significará la apertura de tiempo pre-electoral, con todo lo que ello significa.

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