Meses de espera ante ETA

 ETA ha hecho lo que mejor sabe hacer, que es atentar, y las fuerzas políticas -todas- siguen en su sitio. No hay avances ni retrocesos, es la vuelta al mismo guión de siempre. En el mejor de los casos, se observa una actitud más razonable en el PP con respecto al Gobierno. En el peor, ni Batasuna ni ANV se atreven a desmarcarse de la violencia. El caso sigue en manos de ETA y de los cuerpos de seguridad, y todo parece indicar que pocas cosas cambiarán hasta después de las elecciones generales que pronto fijará Rodríguez Zapatero.

   Los políticos -todos- van a estar muy atareados en la campaña como para pensar en otros escenarios, que llegarán. Si algo es coyuntural, es el actual compás de espera, incluso para ETA. Serán, por tanto, meses complicados, en los que las fuerzas de seguridad vuelven al primer plano, en clara situación de riesgo, como ya se vio en la localidad vizcaína de Durango.

   Cada situación requiere soluciones a medida y en este caso nadie parece tener siquiera la idea del remedio. Siendo grave y desesperanzador lo que acontece, que lo es, tampoco tiene nada que ver esto de ahora con lo que sucedía en España, por ejemplo, a mediados de los años 80, cuando ETA incrementó su macabra actividad con vértigo de balas indiscriminado, incluso hacia la población civil. De entonces datan los atentados de Hipercor, con 21 muertos, y de Zaragoza, con once, que hoy nadie podría imaginar. Aquel desafío de ETA a la clase política encontró respuesta de los partidos a través de los pactos de Madrid y de Ajuria Enea. Pero ahora, más que hablarse de grandes pactos políticos, de lo que realmente se habla es de cómo lograr que ETA se acabe o cuando menos se diluya. Por eso es una mala noticia que ANV y Batasuna no puedan decidir por sí mismas, ya que una de las grandes claves de ETA es su apoyo social y político.