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Muchos espacios verdes de la capital permanecen casi ocultos, pese a su interés

Jardines secretos de Madrid (y II)

miércoles 29 de agosto de 2007, 17:34h
Los espacios verdes de Madrid permiten olvidarse por un momento del ritmo veloz de la gran urbe. Pero muchos de ellos, pese a su especial valor, permanecen casi ocultos para la mayoría de sus vecinos. La Finca de Vista Alegre, el Olivar de Chamartín o el jardín del Palacio de Linares son algunos de ellos. Entre sus muros esconden capítulos de la historia de la ciudad y, sobre todo, la belleza de los árboles centenarios que en silencio la han visto pasar.

La historia de Madrid también dejó huella en sus parques. Dos muestras de ello poco conocidas son los dos Reales Sitios nacidos durante el reinado de Fernando VII, el Casino de Reina y la Finca de vista Alegre. De ambos se conservan algunos elementos que dejan entrever lo que fueron en su momento. 

El Casino de la Reina En el Casino de la Reina, jardín situado entre la Ronda de Toledo y la calle del Casino, aún se puede descansar bajo la sombra de algunas acacias y almeces originarios, como hacen los vecinos del barrio de Embajadores que lo conocen, ya que hay otros que aunque pasan por la puerta no se han percatado, debido quizá a que está construido en desnivel. También se conserva un sencillo palacete de la época, cuando el Casino de la Reina tuvo un importante papel recreativo hasta que Isabel II lo cedió al Estado. Después el lugar tuvo diversos usos hasta que una vez rehabilitado el Ayuntamiento lo abrió al público en 2001.

La Finca de Vista Alegre Rodeado de un halo de misterio, en Carabanchel se encuentra el otro Real Sitio construido durante el reinado de Fernando VII, la Finca de Vista Alegre, que fue diseñada con el estilo de los jardines románticos y su fulgor inicial se ha convertido con el paso de los años en un lugar envejecido en el que tiempo ha hecho mella. En la actualidad se conservan ejemplares de cedros y eucaliptos de la época sorteados por rastros de antiguas estructuras arquitectónicas. Así el visitante se puede topar con una columna aislada o el graderío de un antiguo campo de fútbol en el que ahora crece la maleza. No obstante, parece que algo se mueve para recuperar en lo que queda de la Finca el esplendor que un día tuvo: el Ayuntamiento ha sacado a concurso la redacción de un proyecto para su rehabilitación.

Algunos árboles centenarios aún se conservan en Vista Alegre La Finca de Vista Alegre empezó a construirse en 1830 por iniciativa de María Cristina de Borbón, como recoge la especialista en patrimonio verde de Madrid Carmen Ariza. En 1887 el parque fue donado a la beneficiencia y aún hoy en día este espacio arbolado alberga más de una decena de instituciones sociales y educativas pertenecientes a la Comunidad de Madrid ubicadas en diferentes edificios de distintas épocas. Entre ellos destaca el Palacio Viejo, un "extraño edifico-pantalla" ubicado a lo largo del paseo principal de la posesión, que fue construido sobre uno ya existente. Frente a él también se ha reconstruido un parterre. Pero en el finca número 177 de la calle de General Ricardos ya nada queda de los caprichos arquitectónicos propios de la época como la faisanera, la pajarera o la naranjera que en sus orígenes se esparcían por la finca.

El Olivar de Chamartín Otro espacio verde que también fue testigo de la historia de nuestro país es el Olivar de Chamartín, donde acampó Napoleón con intención de conquistar Madrid y donde después se reunirían intelectuales como Ramón Menéndez Pidal, José Castillejo o Dámaso Alonso. Son 23.000 metros cuadrados de olivar, rodeados de los altos edificios propios del corazón de la ciudad, en los que pueden contemplarse 150 ejemplares centenarios. Se trata, pues, de un reducto paisajístico, inspirado en los cultivos mixtos de olivos y viña propios comunes en la Mancha, en el que además se puede disfrutar de una gran variedad de especies vegetales como madroños, albaricoqueros o membrillos.

Intelectuales como Menéndez Pidal se reunían en el Olivar de Chamartín Pero el valor de este espacio también es cultural. Al fin y al cabo su origen se encuentra en la generación de hombres ilustres que allí vivieron y compartieron experiencias. En la actualidad, la finca se encuentra divida en dos partes. Una alberga la casa de Menéndez Pidal, que en la actualidad es la sede de la fundación creada en su honor y la otra pertenece a la Fundación Olivar de Castillejo. A esta última sólo se puede acceder con motivo de los actos culturales organizados por diversas instituciones que se celebran allí.

También ligado a la historia de la capital se encuentra el jardín del Palacio de Linares, actual sede de la Casa de América. En este recoleto jardín se puede disfrutar de la sombra de sus frondosos árboles en los bancos de que dispone y disfrutar de la arquitectura y el misterio de este palacio que fue construido en 1893 por encargo del marqués.

El jardín del Palacio de Linares, actual sede de la Casa de América Al jardín se accede por la entrada de la institución situada en la calle de Salustiano Olozaga tras cruzar la cafetería, donde se puede tomar algo en su terraza junto al jardín romántico, aunque con un toque urbano fruto de la reforma realizada en él, según comentan desde la institución. Visitar la terraza de la cafetería o alguna de las exposiciones que organiza la Casa de América son las dos maneras de acceder a la umbría que forman los árboles del amor, magnolios o acacias de Japón del jardín del Palacio de Linares. Y una vez allí quién sabe si el miedo hará acto de presencia al pensar en el espíritu de la nuera del marqués que dicen vaga por el edificio.

El jardín del Museo Sorolla Pero hay otras casas que fueron residencia de vecinos ilustres de Madrid que también disponen de pequeños oasis en su interior. Una de ellas es la del pintor expresionista Joaquín Sorolla, quien diseño y dirigió la plantación de sus jardines, de inspiración andaluza, a partir de 1911. En ella ahora está ubicado el Museo Sorolla, dependiente del Ministerio de Cultura, cuya visita, previo pago del precio bastante popular de la entrada, permite disfrutar de los cálidos patios que el propio pintor imaginó.

Además, el museo celebra su 75 aniversario este año, un motivo perfecto para contemplar los lienzos llenos de luz del valenciano y pasear por entre las fuentes, esculturas, motivos alegóricos, pérgolas y las diferentes especies de árboles y arbustos de los patios de la casa de Sorolla, entre los que destacan los arrayanes traídos de la Alhambra.

En definitiva, Madrid guarda muchos remansos de paz que, además, hunden sus orígenes en la historia de los últimos siglos. No obstante, seguro que otros jardines también secretos y especialmente interesantes de la capital se quedan en el tintero también en esta ocasión.

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