El almuerzo que inaugura el curso político n el Foro de la Nueva Economía ha girado en torno al eurocomisario
Joaquín Almunia, que por cierto ha adelgazado bastante. Lo más curioso fue que las primeras preguntas al eurocomisario, que fue presentado por el vicepresidente económico
Pedro Solbes, que fue su antecesor como comisario de economía en la Unión Europea, fueron que si Almunia sustituirá a Solbes como
superministro de economía de un próximo gobierno de
Zapatero.
Como usted recordará Solbes pasó a la vicepresidencia económica del ejecutivo socialista procedente de la Comisión Europea. Almunia negó que él pudiese aceptar esta hipótesis en el caso de que Zapatero se lo propusiese. Fue muy tajante. Pero lo importante no es la lógica negativa de Almunia que fue sucedido por Zapatero en la Secretaría General del PSOE. Lo importante es la cantidad de preguntas que se hicieron al comisario europeo sobre la sustitución de Solbes, que asistía divertido -o esa impresión quería dar al menos- a lo que estaba ocurriendo. Lo importante es que nadie parece dar un duro ya por la continuidad de Solbes ante una nueva legislatura. Especialmente desde que Zapatero va haciendo anuncios económicos como el de los 2.500 euros por hijo nuevo o la sustanciosa subbida de pensiones prometida ayer en Rodiezmo, sin al parecer consultarlo para nada con su vicepresidente económico, o sea, Solbes.
Por cierto, que tanto Solbes como Almunia criticaron ayer, sin decirlo explícitamente, las
"alegrías económicas" que va anunciando por ahí Zapatero, que ponen en peligro el superávit que tan caro resulta al vicepresidente económico y también a Almunia, que al fin y al cabo, es un economista "
ortodoxo".
Si (
No(
