Este domingo comienza la temporada de caza en la Comunidad de Madrid para las aproximadamente 28.000 personas que tienen el permiso concedido por la Consejería de Medio Ambiente para poder practicar esta actividad. La veda está abierta para la caza mayor hasta el 20 de enero; y para la menor, hasta el 27.
Las licencias de caza, para cuya obtención es necesaria la de armas, permiten practicar tanto la modalidad llamada mayor (ciervos, gamos, jabalíes o corzos), como la menor (liebres, conejos o perdices). Este año hay vigentes unas 28.000, según los datos ofrecidos por Nicanor Ascanio, presidente de la Federación Madrileña de Caza.
En 2007 ha aumentado la solicitud de licencias, al igual que en los últimos tres años, un periodo en el que se concedieron unos 7.500 permisos. Así, se ha superado una etapa en la que las licencias se reducían porque, según explica Ascanio a Madridiario, los cazadores se jubilaban. Pero ahora, muchos hijos de veteranos amantes de esta actividad cinegética están retomando la afición de sus padres.
Esta temporada se prevé "bastante buena" en los más de 500 cotos que existen en la región, asegura el presidente de la Federación. Las abundantes lluvias de este año hidrológico han permitido que haya mucha vegetación y, por lo tanto, alimento y agua para los animales, y material para la construcción de los nidos de las aves. Ahora bien, hay que esperar a que se abra la veda para comprobarlo, asegura Ascanio.
Estos cotos, unos 530, ocupan más de 500.000 hectáreas de suelo en la Comunidad y el acceso a ellos depende del modelo de gestión. Existen cotos sociales, que suelen pertenecer a la Administración y que se utilizan como escuela para la gente joven que empieza a interesarse por la caza. También existen cotos locales, pertenecientes a los municipios, en los que pueden cazar los vecinos y también alguna "escopeta" de fuera. Los más comunes, el 70 por ciento, son los privados, en los que practicar esta afición puede costar muy caro.
Participar en una montería tiene un precio de entre 1.000 y 5.000 euros, comenta Ascanio. Un ejemplo del coste de las actividades relacionadas con la caza es el dinero que se necesita para mantener un coto de unas 6.000 hectáreas en el que participan, junto a él, unas 150 "escopetas".
El alquiler de esas 6.000 hectáreas a agricultores y propietarios cuesta unos 78.000 euros y la gestión del espacio una cantidad similar, pues hay que crear el hábitat adecuado para las especies que viven en él. "Tiene que haber agua, cereal y uva. pues hay que cuidar la alimentación de la caza menor", explica.
En este coto el año pasado se cazaron 5.000 conejos, 800 perdices y 300 liebres. No obstante, estas cifras de capturas siempre están controladas porque el objetivo del cazador es "conservar las especies". Para ello, se hacen cálculos que permitan garantizar que tras la temporada queden los suficientes individuos como para asegurar el mantenimiento de una población abundante.
La Federación asegura que "el buen cazador es necesario". Esta práctica persigue la protección de las especies. "Sin cotos de caza no hay conservación", afirma rotundo Ascanio.
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