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Harto ya de estar harto

Harto ya de estar harto

lunes 10 de octubre de 2011, 19:56h
Me tienen hasta la mismísima coronilla por no decir otra barbaridad. No tienen discurso e intentan solapar sus carencias buscando otros culpables. Les pasa a casi todos los nacuionalismos. Que no suelen ver más allá de su ombligo. Y el nacionalismo catalán me está demostrando que no es distinto del vasco, del gallego e, incluso, ¿por qué no? del andaluz. A mí, personalmente, me la trae al fresco las chorradas que digan José Antonio Durán y Lérida o Arturo Mas, pero, claro, uno no puede evadirse de estos absurdos debates que suscitan polémicas nacionales, sobre todo cuando el mismísimo Parlamento andaluz va a aprobar esta semana posiblemente por unanimidad de PSOE, PP e IULV-CA, una reprobación a la andanada de idioteces que han soltado por esa boquita tanto el presidente de la Generalidad catalana como el secretario general de Convergencia y Unión que las considero tan impresentales como las chorradas que dice Belén Esteban en Salvame de Luxe. Yo no creo que valga la pena perder un minuto ni tan siquiera en debatir pamplinas, pero ya se sabe que los políticos son de otra galaxia y suelen emplear su tiempo en asuntos tan trascendentales como el que nos ocupa y de tanto calado intelectual, en lugar de trabajar para buscarle salidas a la crisis y para en contrar empleo para el millón de parados andaluces.

El otro día presencié en mi pueblo una interesante conversación entre un anciano ya jubilado y un joven en paro que, naturalmente, estaban en el bar puliéndose en cañas y vino el dinero que el chaval acababa de cobrar del PER, tal y como denuncia Durán y Lérida. Se la reproduzco porque no tiene desperdicio.

-Pues sí, hijo mío, decía el viejo, cuando tú aun no había nacido, allá por finales de los años cincuenta del pasado siglo, tu madre y yo tuvimos que cerrar la casa, coger cuatro hatos y marcharnos en el tren Carretas a Barcelona. Aquí no había trabajo. Ya sabes lo sacrificado que es el campo y no teníamo ni para comer con los cuatro jornales de la aceituna. Como yo, miles de familias andaluzas tuvimos que emigrar a Cataluña, a Madrid, a Alemania, a Francia o a Suiza en busca de un futuro mejor para vosotros. El pueblo en esos años perdió más de la mitad de sus habitantes. Y no creas que fue fácil, no. Allí, en Mataró, tuvimos que alojarnos en una chabola con las mínimas condiciones higiénicas. Tanto tu madre como yo nos buscamos un empleo, ella sirviendo a una familia catalana de la alta burguesía en la Diagonal, y yo en una fábrica en Hospitalet. Apenas si nos veíamos. Trabajábamos veinte horas diarias y no teníamos apenas tiempo para gastar. Todo lo ahorrábamos para que vosotros pudierais estudiar esa carrera universitaria que nosotros nunca tuvimos, para comprar un pisito en las afueras del pueblo y para ir tirando. Fueron tiempos muy duros, pero valió la pena. Fuimos muchos los andaluces que nos rompimos el alma en esos tiempos para lograr, junto con ellos, una Cataluña próspera

-¿Y cómo os trataban los catalanes?

- Bien, no puedo quejarme. Se mostraban distantes, entre otras cosas porque nosotros no hablábamos catalán. Pero pagaban bien que era lo que nos interesaba y allí nunca faltaba trabajo, no como aquí que el paro en el campo es algo endémico. Pero, claro, la tierra tira mucho y, al final, nada más nacer tú, decidimos volver aquí. Teníamos unos ahorros y, nada más jubilarme, los invertimos en una casita cerca de donde vivíamos antes de irnos. Aquí, con mi gente, mi familia y mis amigos, soy feliz. La única pena que tengo es que esta crisis te haya cogido a ti de lleno y, pese a tu carrera, sigas aquí dando peonadas en lo que salga para poder cobrar el paro agrario. ¡Qué no daría yo porque encontraras trabajo en lo tuyo aunque fuese en Barcelona!.

-Las cosas allí tampoco están como para tirar cohetes. No hacen más que recortar servicios sociales, cerrar fábricas y echar a gente a la calle. Además, yo a estas alturas no voy a aprender catalán. Bastante tengo con el inglés y el francés. Y ya has visto lo que dicen los nacionalistas catalanes, que no sabemos hablar castellano y que nos gastamos el dinero del paro en el bar.

-No se lo tengas en cuenta. Es hablar por hablar para que la gente discuta sobre el sexo de los ángeles. Cosas de los políticos. Tonterías. Al menos ellos, aunque estén en el paro, tienen dinero de sobra para el pantumaca y el cava con los mil euros que cobran durante dos años, pero tú, con los trescientos euros del PER apenas si tienes para tabaco.

Como decía un andaluz universal, don Antonio Machado, "el ojo que ves, no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve" y remachaba Ramón de Campoamor "en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira. Todo tiene el color del cristal con que se mira". Ni el PER es lo que dice Durán y Lérida ni los catalanes están exentos de fraudes del dinero publico. Ni los andaluces ni los catalanes debemos entrar en el juego de unos políticos impresentables. Allá ellos con sus pamplinas.
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