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Debate de paracaidistas

Debate de paracaidistas

martes 08 de noviembre de 2011, 20:22h
Como en anteriores ocasiones, he esperado que todo el mundo se pronuncie, analice y diseccione el debate y que los expertos descuarticen milimétricamente la cuestión para exponer mi opinión sobre el tan traído y llevado debate entre R&R, los dos principales candidatos a la Presidencia del Gobierno el próximo 20-N. Dicen que más de quince millones de españoles vieron por la tele el debate entre Rubalcaba y Rajoy, pero la pregunta es ¿cuántos de esos quince millones aguantaron las dos horas y pico que duró el aburrido monólogo de ambos contendientes? Sinceramente creo que si lo siguió al completo un diez por ciento es para ponerle un monumento a los sufridos electores. ¡Qué peñazo, Dios mío! ¡qué hartura! ¡qué aburrimiento! Todo más que previsible. La crónica de una muerte anunciada, que diría Gabriel García Márquez. Rodríguez (perdón, Pérez) Rubalcaba haciendo de oposición y José María (perdón, Mariano) Rajoy de presidente del Gobierno dos semanas antes de que los españoles pasemos por las urnas. A eso se le llama vender la piel del oso antes de cazarlo, pero aquí no sólo ambos ya la han vendido sino que Alfredo Rodríguez (perdón, Pérez) Rubalcaba hasta le ha confeccionado a José María (perdón Mariano) Rajoy el tupido abrigo úrsido para que el líder del PP se arrope este invierno en la Moncloa. Aquí, con debate o sin él, con campaña o sin ella, con mítines multitudinarios o con actos sectoriales, está todo el pescado vendido. Tan sólo falta por saber si Rubalcaba batirá el propio récord de Joaquín Almunia y llegará a los ciento veinte diputados y si Rajoy hará lo propio con lo logrado en su momento, en el año 2000, por José María Aznar.

De todas formas, creo que, dentro del tedio en el que se desarrolló el debate, los andaluces, sobre todo los de Sevilla y Cádiz, donde más atentos estuvieron fue en los escasos minutos empleados en la discusión sobre el futuro de las Diputaciones Provinciales. Como Rajoy apostaba sobre su continuidad esgrimiendo que son necesarias para la supervivencia de los pequeños núcleos de población, no tuvo otra idea que nombrar dos pueblos. Según él de la Sierra de Cádiz, por donde es diputado Rubalcaba. Y citó Constantina y Cazalla de la Sierra ignorando, claro, que ambos no están en Cádiz sino en la Sierra Norte de la provincia de Sevilla. El error puede ser comprensible con un gallego que se ha pateado media España desayunando en Roquetas, almorzando en Frigiliana, cenando en Cazorla y durmiendo en Ronda. Puede ser hasta perdonable. Pero lo que ya es más llamativo es que Rubalcaba, elegido diputado al Congreso por los gaditanos en el año 2008, ni siquiera se percatase de una equivocación que podría haber dejado en ridículo a su contrincante. Y es que Rubalcaba tampoco tenía ni idea donde están Constantina y Cazalla. Lo que da una somera idea de lo bien que estaban representados los gaditanos en el Congreso de los Diputados. Es lo que suele ocurrir con los llamados "diputados paracaidistas" tan al uso en nuestro país en los últimos años, que una vez en el escaño ni se acuerdan de la circunscripción que les ha votado. Y no olvidemos que ambos, Rubalcaba y Rajoy, Rajoy y Rubalcaba, uno gallego y otro cántabro, son "paracaidistas" en Madrid en estas elecciones.

A propósito de los "paracaidistas", el cabeza de la candidatura socialista por Sevilla, Alfonso Guerra, es muy dado a ironizar sobre su contrincante del PP, Cristóbal Montoro, afirmando que es tal su desconocimiento de Sevilla, que se pierde en plena calle Sierpes. Quizás no le falte razón y mi paisano jienense desconozca muchos de los rincones de la capital andaluza, pero no es menos cierto que Guerra, que lleva nada más y nada menos que 34 años (desde 1977) como representante de Sevilla en el Congreso y que ha llegado a ser hasta vicepresidente del Gobierno, apenas si se le conocen iniciativas a favor de la provincia donde sólo acude en las campañas electorales a pedir el voto. Y es que Guerra está más pendiente de sus gracietas y boutades, de los descamisados y los fachas, que de la verdadera política que esperan los españoles para salir del profundo pozo en el que nos encontramos. No es de extrañar, por lo tanto que su última intervención en el mitin de Dos Hermanas oscilase entre el "Yesterday" de Los Beatles y el "Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca" de Francisco Quevedo versionado por Paco Ibáñez en el Olimpia de París. O sea que no hace falta ser paracaidista para vivir en otra galaxia de hace casi cinco décadas. Solo tenemos lo que nos merecemos. Incluidos los dos R&R del debate del lunes.
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