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Catedrático Jean Monnet
Catedrático Jean Monnet

Una Europa más fuerte

jueves 10 de noviembre de 2011, 11:54h
Jürgen Habermas, el gran filósofo de la democracia deliberativa, en un artículo reciente publicado en Le Monde el 25 de octubre de 2011, volvía a hacer un llamamiento para la creación de una ciudadanía política europea constituida por encima de la fragmentación política y cultural, una integración política basada en el bienestar social que permitiera a Europa seguir siendo un importante actor en la geopolítica mundial, una verdadera reconstrucción de Europa que superase las clases políticas nacionales. Alexandre Kateb, economista financiero y profesor del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), comentaría estas declaraciones concluyendo que los europeos deberían cambiar su estrategia ante la realidad impuesta por la globalización con la aparición o reemergencia de continentes enteros en el mapa geopolítico que plantean preguntas sobre el lugar que Europa debe ocupar en un mundo multipolar, entendiendo que en esa estrategia debe impulsarse un poder ejecutivo fuerte en Europa.
 
Estas reflexiones, aparecidas en la tormenta financiera y económica que está sufriendo Europa, han venido a coincidir con una nueva consagración de la "Europa a dos velocidades" o, lo que es lo mismo, una nueva fractura de la Unión Europea, ya consagrada por una cierta realidad: existe una Europa del euro con 17 Estados y una Europa fuera del euro con 10 Estados, ambas en el marco jurídico-político de los Tratados de la Unión y de Funcionamiento de la Unión. Es la crisis precisamente la que va a acabar por separarlas, porque la Europa del euro tiene vocación decidida de su fortalecimiento bajo el lema "Más Europa" mientras que los Estados que no asumen el euro no han acabado de asumir ni la integración monetaria, no la integración económica europea, ni la propia integración política, eje fundamental desde la realización del Tratado de Maastricht de 1992.
 
Ha sido el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, el que nuevamente ha puesto el dedo en la llaga al afirmar el 8 de noviembre en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo en un debate ante estudiantes que hay una Europa a dos velocidades  o si se quiere una Europa con dos destinos, una federal para los 17 países que integran la zona euro y otra confederal para los 27 Estados miembros de la Unión Europea, lo que no ha hecho mas que volver a plantear la famosa expresión "Europa de las dos velocidades" acuñada a principios de la década de los 90 y que se hizo popular precisamente para hacer referencia a aquellos países económicamente fuertes que iban a adoptar el euro y a aquellos países que quedaban fuera del euro, frase esta de nuevo consagrada por el Profesor Romano Prodi por entonces Presidente de la Comisión Europea, quien a propósito de las tensiones generadas en torno a la Constitución Europea manifestó que "El tren de la Unión no puede siempre moverse a la velocidad del vagón más lento. De hecho, tengo la impresión de que algunos de los vagones no quieren moverse o incluso quieren ir hacia atrás".
 
Sarkozy ha ido más lejos al manifestar con toda claridad que la Europa de la mayor integración será federal mientras que el resto de los Estados tendrán una unión más confederal. No hay más que decir; se trata de reconocer que estamos ante un federalismo europeo, una organización jurídico-política que respeta la diversidad dentro de la unidad, que hay una soberanía compartida y que desde el principio tiene matices federales. Lo que ahora se pretende es solidificar ese proceso en favor de la propia supervivencia de una unión sacudida por la crisis, necesitada de consolidar su posición en el escenario global. Ese es el sentido de la frase, incrementar la integración, cuando Sarkozy manifiesta que "no habrá moneda única sin un aumento de la integración económica y es hacia lo que vamos".
 
Paralelamente Angela Merkel, que había rechazado la Europa a dos velocidades porque crearía divisiones, ha decidido aceptar plenamente esta realidad entre países de la zona euro que requieren un política común económica y financiera y por lo tanto una mayor alianza y una unificación de sus políticas fiscales, presupuestarias y sociales y otros países que queden o puedan quedar fuera de este proceso y de sus reglas, entre ellas el reciente Pacto por el Euro Plus. Los países de la zona euro tienen forzosamente que integrar las políticas económicas y ya tienen sus propios órganos monetarios y de supervisión financiera y en esta situación se plantea la articulación de un gobierno económico y entre otras reformas se va planteando un impuesto europeo, un programa de cumplimiento obligatorio para el crecimiento y el empleo, una revisión de los mercados laborales y un avance en la unión fiscal.
 
La Europa más fuerte de la que en política exterior ya hablaba Javier Solana, un proceso que sin duda habrá de ser aún más largo, se concreta ahora en una Europa más fuerte en términos de gobernanza económica que como bien declara Nicolás Sarkozy, avance hacia el federalismo, hacia una mayor integración. Ello supone que existe una voluntad de mantener el euro y que París y Berlín están decididos a sostener la credibilidad y el valor de la moneda única. Es precisamente la crisis la que va a relanzar el proyecto europeo, un proyecto que requiere una integración más profunda y la asunción de compromisos que hagan creíble esa voluntad, un esfuerzo conjunto y colectivo de superación de la crisis en donde la operatividad del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera frene los continuos ataques que se han producido desde las agencias de calificación y los especuladores y permita sanear un sistema financiero dañado y reconstruir la Unión desde bases sólidas y vinculantes.
 
Más que una Europa a dos velocidades lo que se intenta construir es un nuevo proceso propiamente federal al que se vayan asociando paulatinamente los Estados, percibiendo que sólo la integración hace posible la pervivencia global de una Europa fuerte. Los Estados lo van a sufrir, sus líderes o sus gobernantes tendrán que aceptar de una u otra manera que haya unas reglas y unos compromisos a riesgo de ser desplazados en sus propios países. La Unión Europea tiene simplemente voluntad de fortalecerse. La crisis es una oportunidad.

Rogelio Pérez-Bustamante

Catedrático Jean Monnet ad personam

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