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En Madrid hay muchos Sánchez Silva

En Madrid hay muchos Sánchez Silva

viernes 20 de enero de 2012, 09:29h
Catalunya tiene un serio problema de financiación. No negociaron un Concierto Económico en 1979 y en la actualidad Artur Mas plantea un pulso con la Administración del Estado. O Pacto Fiscal, o ruptura. El ejemplo del Concierto Económico vasco y del Convenio de Navarra está ahí, de momento, como telón de fondo. Digo de momento, porque de ponerlo como ejemplo a hablar de él como privilegio y de ahí a pedir la uniformización de la Haciencia, solo va un paso.
De hecho Alfonso Alonso el ex alcalde vitoriano y hoy portavoz del PP en el Congreso se ha visto en una situación incómoda por tener que convencer a los suyos y a los demás de la necesidad del "impuestazo", pero él no tendrá que asumirlo en su bolsillo. Alfonso Alonso es residente fiscal en Gasteiz.

Pero éstas peleas con lo que ahora se llama agravio comparativo, una mistificación de la palabra envidia, no es de ahora. En el Senado en el siglo XIX, hay mil ejemplos de estos importantes hechos que me ha refrescado la lectura estos días de un trabajo del P.  Bernardino de Estella.

Tras la primera guerra carlista la administración central seguía filtrándose poco a poco en el paisaje vasco; las leyes se sucedían sin cesar. Los ex-territorios vascos de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, aunque perdida su foralidad, continuaban sin la obligación de pagar tributos y dar soldados al ejército. Esta situación era muy enojosa para la clase política española. El senador andaluz Manuel  Sánchez Silva  llevó la cuestión vasca al Senado en Junio de 1864. En las sesiones de los días 13, 14 y 15 pronunció un largo discurso, combatiendo rudamente los restos de la  foralidad. Sánchez Silva es quizá quien con más saña ha combatido el derecho de los vascos. Su ilustración histórica, su brillante imaginación y facilidad de palabra, le convirtieron en paladín de la causa española contra la causa de la  foralidad vasca.

Su intención lo manifestó con claridad: "Mi objeto es que las provincias vascongadas den dinero para los gastos de la nación y den hombres para el ejército". Todo lo demás eran accidentes de la cuestión, que sólo servían para probar la tesis general. Los Fueros que los vascos alegaban siempre, tenían su origen, según Sánchez Silva, "en la apatía de los gobiernos" que no se atrevían a extirpar de una vez los Fueros. Para Sánchez Silva, la independencia que en siglos anteriores habían gozado los vascos, sólo era un privilegio. Comparaba el derecho vasco con el privilegio que un rey antiguo de España concedió a su pueblo natal (Utrera, donde también nació Caparrós), según el cual Utrera "tenía el privilegio de no pagar nada por siempre jamás". Y así como tal privilegio de Utrera "era una plaga" que había desaparecido, así los fueros vascos debían cesar. Acusaba a los vascos de que no defendían sus fueros, sino con el único fin de vivir, completamente desligados de todo poder del estado. Aludiendo a que los vascos no iban al ejército, pues sus fueros no les obligaba a ese deber, decía: "Más ¿por qué no han de dar los 1030 hombres que les corresponden?. Pues qué, aquellas madres ¿son más tiernas que las de Castilla, Andalucía o Aragón?. ¿Tienen quizá una fibra más sensible o un origen más alto, más noble, más excelso?. ¿No serán al menos todas iguales?. Yo no concibo, señores, que haya pueblos que digan: "Tengo fueros" para no compartir las cargas del Estado, y mucho menos puedo comprender en los pueblos hidalgos como el vascongado". Al hablar del juramento en Gernika por sus Señores, se expresó así: "Don Carlos ¿por qué no juró?. Porque no quiso, porque no está en el derecho moderno de los pueblos que un monarca vaya a sentarse sobre un pedrote debajo de un árbol especial a jurar los fueros de un pueblo". España tenía además, según Sánchez Silva, derecho perfecto sobre el País Vasco, pues al fin de la guerra contra la primera república francesa (1795) rescató para España el país vasco de  manos de los franceses, cediendo la isla de Santo Domingo.

La Paz de Basilea "es un hecho en virtud del cual las provincias vascongadas han perdido todo el derecho a esa autonomía, un hecho en virtud del cual hemos adquirido esas provincias a título oneroso".

Sánchez Silva protestaba de que los gobiernos extranjeros distinguieran a los vascos de los españoles. "Aquí voy a decir una cosa por mi cuenta. Tienen los vascongados a mucha gala el llamarse vascongados, y éste nombre se va haciendo tan propio que ya nadie les llama españoles: hasta el presidente de la república del Perú, no creo que con intención, sino por dulcificar la responsabilidad de los acontecimientos, los considera como extranjeros, dice: "Una colonia de vascongados". . . ¿Y saben los señores senadores de qué procede eso?. Pues de ese capricho injustificado y de ese espíritu de orgullo que no tiene fundamento".
Los discursos de Sánchez Silva apasionaron a la opinión. El senador español dijo públicamente lo que todos los días se repetía por Madrid al tratar de la situación de las llamadas Vascongadas.

Y es que el Concierto y el Convenio son derechos históricos preconstitucionales y haría mal hoy el PP en hacer alguna finta con ellos. No lo creo, a pesar de su voto negativo al llamado blindaje en la anterior legislatura.

Sin embargo ante la magnitud de la crisis económica y ante la brutalidad de los ajustes que hay que hacer algunos Sánchez Silva de los muchos que pululan por la Villa y Corte han vuelto a sacar a pasear la palabra "privilegio" para algo que es un derecho y un residuo foral que, eliminado por Franco para Gipuzkoa y Bizkaia, logramos recuperarlo en 1980 tras durísimas negociaciones.

Por eso es bueno de vez en cuando mirar hacia atrás pero para coger impulso y lograr que los Sánchez Silva hoy nadie se acuerde de ellos porque fracasaron.
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