El pánico se apodera del PSOE

Se veía venir y algunos ya lo avisamos hace meses. La inexorable investigación de la jueza Mercedes Alaya sobre la trama de los EREs fraudulentos de la Consejería de Empleo y Chanchullos varios sigue su curso hacia la cúspide de la pirámide de la corrupción sin importarle el tiempo ni el periodo electoral que se avecina a pasos agigantados. Poco a poco va subiendo escalones alcanzando a directores generales, viceconsejeros y consejeros. Milagro sea que no llegue al que, por acción u omisión, es el responsable último del desaguisado, o sea, el todavia presidente de la Junta, secretario general del PSOE-A, presidente federal del partido y candidato socialista a la Presidencia (¿será por cargos?), José Antonio Griñán, quien desde su Consejería de Hacienda, debería de haber controlado a dónde iban los cientos de millones de euros destinados a los expedientes de regulación de empleo que gratuitamente concedía el IFA o la Agencia IDEA. No creo que Alaya impute a Griñán y, de hecho, tampoco creo que vaya a imputar al ex consejero de Empleo, ex secretario general del PSOE de Sevilla y diputado, José Antonio Viera, aunque haya motivos más que suficientes para hacerlo como ha puesto en evidencia la Guardia Civil. Y no lo va a hacer porque el caso que tan exahustivamente ha instruido podría escapársele de las manos por la condición de aforado de Viera y pasar al Tribunal Supremo. Todo indica que esa es una de las posibilidades que el PSOE andaluz está contemplando y de ahí que Griñán haya permitido y hasta forzado la dimisión de Viera como lider del PSOE de Sevilla. Hay que salvar los muebles aunque ello cueste el sacrificio de alguien ya amortizado, antes de que el escándalo, cuyas proporciones son como una bola de nieve, cada día mayores, llegue al Palacio de San Telmo.

Resulta curioso como este fraude de dinero público tiene relativo eco en los medios de comunicación nacionales, a excepción, claro, de los de "derechas de toda la vida". Aunque el alcance del mismo supere la cifra de dos mil millones de euros y aunque estén imputados ya una decena de altos cargos socialistas, entre ellos un consejero y varios directores generales, es raro que RTVE (y no hablo ya de Canal Sur) dé noticias sobre el mismo. Uno comprende que medios de la cuerda de Rubalcaba como El país, Público o la Cadena SER pongan sordina a este escándalo mayúsculo aunque den portadas y páginas a los trajes de Camps. Eso es hasta cierto punto comprensible. Es la norma. Lo que ya no lo es tanto es que se sigan creyendo más allá de Despeñaperros en medios que se dicen independientes que ha sido la Junta la que ha descubierto el pastel porque es el discurso que suele esgrimir el Ejecutivo de Pepe Griñán y que todos los socialistas repiten. La propia jueza ha denunciado en diversas ocasiones, la última hace tan sólo unos días, el obstinado obstrucionismo de la Junta a la investigación por más cientos de kilos de papeles que la Administración afirme que le ha entregado al Juzgado número 6 de Sevilla.

Alguien dirá que las confesiones del ex director general de Trabajo y Seguridad Social de los gin.tonics y la cocaína, Francisco Javier Guerrero, a la Guardia Civil, tirando de la manta y acusando a Viera, no dejan de ser la versión personal de uno de los principales acusados que trata de echarle el muerto a sus antiguos jefes. Es cierto. Como lo eran en su momento las acusaciones del sastre de Camps aunque muchos le daban por puro interés un crédito y una verosimilitad que no se merecían. Así que más nos vale a todos dejar que la jueza Alaya siga con su instrucción y que salga el sol por Antequera. En la sede socialista de la calle San Vicente se palpa el pánico por lo que queda por venir en el asunto de los EREs, sobre todo durante la campaña que comienza en dos semanas, mientras en la popular de la calle San Fernando se frotan las manos de satiafacción. Es evidente que en uno y otro sitio se ven las cosas de distinta manera. Pero ello no es óbice para que Griñán o sus cachorros ataquen a la jueza un día sí y otro también acusándola de estar en connivencia con Arenas y Zoido. Si Griñán me admite un consejo le diría que esa no es una buena táctica. Como decía don Ramón de Campoamor: "En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira". A todos nos convendría, en este tiempo de elecciones, colocarnos unos cristales transparentes para no disparatar los asuntos políticos.  

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