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Dos errores

viernes 24 de febrero de 2012, 19:16h
¿A qué lúcida mente se le ocurre proceder al embargo de pupitres y balones, muñecos y pizarras, mapas de Europa, todo, de un colegio cuando los alumnos están en plena clase y los profesores se quedan con la tiza en la mano pero sin encerado sobre el que escribir la regla de tres? La verdad es que hace falta ser muy cortito para llegar así, de pronto, en hora lectiva, en mitad de la semana y mediado el curso. Tan cortito como el que, acollonado por la repercusión mediática de tan traumático embargo, decide devolver al día siguiente los pupitres y balones, muñecos y pizarras etc. Si esto puede suceder en un colegio privado no demasiado grande ni demasiado famoso, cómo nos va a extrañar la situación de todo el país en general. Y encima, montan todo este número absurdo y gratuito (en el caso del colegio Santa Illa debe ser lo único gratuito, el espectáculo) cuando pasa lo que está pasando en Valencia y en la educación pública en general.

   Porque una vez dicho que el primer error fue cómo se hizo el embargo, hay que decir inmediatamente que el tal colegio, (absolutamente privado y más bien tirando a pijillo) llevaba más de diez años debiendo a la Seguridad Social una pasta que llegaba ya al millón de euros, que había recibido miles de notificaciones que no se había dignado ni siquiera contestar y que los de la recaudación deberían estar -con toda la razón del mundo- hasta los mismísimos. Acabo de recibir una notificación del banco anunciándome que me han embargado ciento y pico euros de mi estimada cuenta corriente por no pagar lo de las basuras. Vale. Tienen razón. ¿Qué se tendría que haber hecho con los propietarios del citado colegio que, encima, van en plan de víctimas asegurando que quieren arreglar cuanto antes el enojoso temilla de la deuda? ¡Pero si llevan más de diez años sin pagar! ¡Pero si deben más de un millón¡ ¿Ahora les entran las prisas? No, hombre no, aquí no puede valer todo y utilizar un error de formas que sale por televisión para justificar los impagos y practicar el victimismo.

   Y si el primer error fue la forma del embargo, el segundo fue desdecirse en menos de 24 horas. Ya sé que los chavales y los padres no tienen la culpa, pero tampoco la tienen los miles de empresarios pequeños y autónomos a los que les debe el mismo estado que embarga y desembarga ese negocio privado que es el colegio Santa Illa. ¿Cuándo van a entrar los camiones de la Tesorería en ayuntamientos, diputaciones, consejerías y ministerios para pillar lo necesario y pagar lo que debe el Estado? No vale embargar mal y luego acollonarse; de la Administración se espera que haga las cosas bien, pero como ya se ve que no, que por lo menos, sepa hacer lo que hace. Pues ni eso. Y el espectáculo es lamentable. Y encima la derecha recrimina a la izquierda que no proteste por este embargo. Faltaría más. Un colegio privado es un negocio con el que se trata de ganar dinero, un negocio tan digno y tan legal como una charcutería y, por lo tanto, con los mismos derechos y las mismas obligaciones. Esto conviene dejarlo claro porque con tanto ruido, parece que por el hecho de tener alumnos hay quienes pueden no pagar un millón de euros a Seguridad Social y a otros si nos pueden embargan la estimada cuenta corriente por la cosa de la basura.
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