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Bankia

Bankia

miércoles 09 de mayo de 2012, 07:59h
En estos tiempos tan azarosos, los valores de siempre quedan sometidos a la dictadura económica y financiera,  y se imponen las viejas verdades quevedescas: "Poderoso caballero es don Dinero"  A causa de su poder, este caballero sin piedad se carga a todo el mundo. A Rodrigo Rato lo han puesto en la calle, ya no es el presidente de Bankia. ¿Qué va a pasar con Bankia?  Ya veremos,  cualquier tipo de elucubración entra en el campo de las adivinaciones. Lo importante es comprender que el dinero es un tirano exigente que no perdona ni un fallo.  
 
Caja Madrid tenía problemas con el ladrillo y para no estar sola, se unió con otras cajas y bancos que también lo tenían. Cometió el mismo pecado que cometieron muchos, apostar por unos activos que ayer eran rentables y ahora son tóxicos, el pecado de crecer a base de deudas.  Eso mismo es lo que hicieron muchas instituciones y muchos particulares en las vacas gordas. ¿Para qué hipotecarse por un piso, cuando el banco nos ofrecía dos o tres hipotecas para tener más y más y más?  La gente, y los bancos primero, pedían créditos para ser más ricos. No eran unos créditos cualquiera, eran créditos que se revalorizaban solos. Hasta que el crédito que se revalorizaba solo, dio marcha atrás y se convirtió en un crédito que se devaluaba solo. Lo que antes producía dinero se transformó en todo lo contrario, una deuda que crecía porque se alimentaba a sí misma. ¿Cómo pagar lo mucho que se debe? ¿Con otra deuda? La deuda no se disminuye endeudándose más. A no ser que venga un generoso mecenas, llamado Estado, y nos salve de la quema.

 Así ha sucedido. Habrá dinero público para Bankia.  Pero en todo ajuste de cuentas, hay una cabeza cortada, y esa es la del Rodrigo Rato, aquel brillantísimo ministro de Economía en la presidencia de Aznar, que se ha convertido  hoy  en el malo de la película,  por culpa de una crisis que pone a todo el mundo en su sitio.

Muchos de sus enemigos le estarán recordando que la venganza es un plato que se toma frío. Y muchos de sus amigos estarán lamentando la pérdida de un gran político que sucumbió  por los avatares de una desquiciada economía que nadie acaba de entender y menos aún de poner remedio.

 Al final, acude el sabio de Quevedo y nos recuerda que aquí y ahora el que tiene la sartén por el mango y el mango también,  es un poderoso caballero que se llama  Don Dinero. El que lo cuide, lo fortalezca y lo haga crecer, sale de la crisis con la aureola del vencedor. El que lo malgaste o lo despilfarre se precipita al vacío. Se llame Rodrigo o se llame Rato.


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