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Sin papeles

Sin papeles

martes 22 de mayo de 2012, 09:26h
El miércoles pasado asistí a un debate en el Pleno del Congreso entre el portavoz socialista de Economía y el ministro de Hacienda. El debate transcurrió por el cauce habitual. El señor Montoro sostenía que no habría crecimiento sin equilibrio, mientras que el señor Valeriano Gómez sostenía que no habría equilibrio sin crecimiento. Nada nuevo, es verdad, pero la economía, teórica o práctica, no cambia mucho de un día para otro; y tenemos debates casi todos los días, y periódicos y telediarios todos los días.

Sin embargo, en un momento dado del debate, el señor Montoro se calentó y calificó de monserga las palabras del portavoz socialista. Por monserga se entiende una exposición fastidiosa y embrollada. La verdad es que muchas veces calificaríamos como monserga el discurso del contrario, pero eso no suele ayudar mucho al entendimiento. Por eso en política, como en la vida, solemos sacrificar la excesiva sinceridad en aras del acuerdo. Claro que Montoro se dirá, «¿quién necesita acuerdos teniendo una mayoría absoluta?».

Encima los hay que provocan. Valeriano Gómez tuvo la ocurrencia de decirle al señor Montoro que ambos comparten la misma profesión, pues ambos son economistas. «Hasta aquí podíamos llegar», debió pensar el ministro; y en su réplica, visiblemente indignado le espetó al ex ministro socialista: «y dice que compartimos profesión, quiere decir que compartimos el título, porque profesión exactamente no, profesión es otra cosa, es el desarrollo del conocimiento y del título y la forma de entender y de aplicar la profesión. No compartimos la profesión ni siquiera en clave política». Hablando de lenguaje embrollado, la verdad es que habitualmente las palabras del señor Montoro suelen necesitar un cierto esfuerzo de interpretación. No diré que el ministro de Hacienda perdiera los papeles, porque suele subir ostentosamente sin papeles a la tribuna del Congreso, como si hiciera falta ese gesto para que nos demos cuenta de que improvisa sus discursos. Y tampoco parece que mire mucho los números, a tenor de la sorpresa que le acaban de dar sus comunidades autónomas.

Yo pensaba que más allá de mi criterio político o moral, un médico es un profesional, lo mismo si trabaja en la sanidad pública o en la privada; pero si dedicas tu vida al estudio de la economía del trabajo, en lugar de al estudio de la economía financiera, si trabajas para los sindicatos, en lugar de para los bancos, entonces el señor Montoro no te considera un profesional de la economía. Así se las gastan nuestras élites.

Además, el señor Montoro suele tratar de impresionarnos recordándonos con frecuencia que él es catedrático de Universidad. Un profesor mío solía decir de un catedrático de mi facultad, que era catedrático por la misma razón que el caballo de Calígula era cónsul. Claro que, de haber conocido a nuestro ministro Montoro, Calígula hubiera puesto la Hacienda del Imperio Romano bajo los cascos de Incitatus.
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