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Teatro, lo suyo es puro teatro

domingo 27 de mayo de 2012, 19:39h
Sostiene el PP andaluz por boca de su secretario general, Antonio Sanz, que la suspensión cautelar o el aplazamiento de los recortes de la Junta de Andalucía a los funcionarios, forzada por IULV-CA, es la primera crisis de Gobierno del bipartito. Me van a permitir que discrepe. En el fondo todo es como decía la canción de La Lupe, "teatro, puro teatro". Ni Diego Valderas le ha torcido el brazo a Pepe Griñán ni Griñán se ha acojonado por las presiones  de su socio de Gobierno a instancias del PCA. Me da la impresión que este aplazamiento quincenal de las duras medidas de recorte estaba más que pactado de antemano entre socialistas y comunistas con la única finalidad de conseguir lo que de verdad le importa al PSOE andaluz, cargar sobre las espaldas del Ejecutivo de Mariano Rajoy todos los recortes y salvar la cara del Gobierno andaluz como si éste no tuviera culpa alguna de la reducción del sueldo de los médicos en más de siete mil euros anuales o en más de mil a los profesores, como si el duo de la bencina o de la tijera, Griñán-Valderas, no tuviera nada que ver con la película y se sintiera obligado a imponerlas por imperativo legal. Todo es un paripé de ambos porque, antes o después, van a tener mas remedio que dar el tijeterazo a quienes todos sabemos, es decir, a los funcionarios rebajándoles los sueldos y a la clase media por la vía de la subida del IRPF. Ellos dos lo saben y los funcionarios y nosotros lo sabemos, pero el aplazamiento de todas estas medidas de recorte hasta que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado, les hace ganar tiempo para "vender" a través de su gran aparato de propaganda, la nuestra, la suya, Canal Sur, que la culpa de todos los males la tiene Rajoy.

Es curioso, pero en estos momentos estamos viviendo en el escenario de la política andaluza una representación teatral, más bien un esperpento, en el que todos actúan como si fueran disfrazados de Carnaval. Teatro, puro teatro. Nadie conoce a nadie. Nadie es quien dice ser. Pepe Griñán, acompañado siempre por su partenaire, la camaleónica y oscarizada actriz sevillana, Susana Díaz, experta en representar personajes contradictorios de muy distinto jaez. Se disfraza de Robín Hood, de salvador de la sociedad del bienestar en una comunidad a la cola de España, en la que el índice de parados supera el treinta por ciento y en la que la Educación es un absoluto fracaso. Diego Valderas, hace de contrapeso ideológico de un PSOE acostumbrado treinta años seguidos al ordeno y mando, de negociador fiable con las centrales sindicales, CC.OO. y UGT, a las que siguen subvencionando y de reserva espiritual de un comunismo en franco retroceso, cuando la única realidad es que su coalición de izquierdas ha aprovechado esta magnífica ocasión que le han dado las urnas sólo para buscar comerse los trozos del pastel que los socialistas han desechado. Valderas se disfraza de ese mendigo de la fábula que Pedro Calderón de la Barca incluyó en "La vida es sueño", ya saben "Cuentan de un sabio que un día, tan pobre y mísero estaba..." y se dedica a recoger lo que los socialistas abandonan. Y el tercer actor en escena, Javier Arenas, ha hecho mutis por el foro cediéndole los trastos a su nuevo portavoz en la Cámara andaluza, Carlos Rojas, a quien está convirtiendo en protagonista obligado, en el delfín encargado de defender y explicar a los andaluces las políticas de austeridad del Gobierno central, un papelón que asustaría hasta al mismísimo Laurence Olivier.

Así las cosas, los andaluces asistimos impertérritos a un espectáculo infame en el que ellos actuan y nosotros, como  siempre, pagamos. Eso de que el "Gobierno del progreso" iba a modificar las formas dictatoriales que el PSOE ha mantenido durante tres décadas es un cuento chino que no se lo cree ni Sánchez Gordillo, quien por cierto a la primera de cambio se ha marchado de vacaciones pagadas a Venezuela con el camarada Chávez. Convendría que fuésemos conscientes de que nos están tomando el pelo de mala manera y de que van a seguir así los cuatro años que quedan de legislatura. Me da a mí que el bipartito de izquierdas que nos gobierna va a jugar un día sí y otro también a la conocida película de poli bueno y poli malo para aguantar el tirón de cuatro años de convivencia más o menos pacífica. Poniéndole una vela a Dios cuando convenga, como en Semana Santa o en el Rocío, y otra al diablo cuando se trate de cobrarle el IBI a la Iglesia. Un capítulo más en esta Historia Interminable que los andaluces llevamos treinta años aguantando como espectadores. A Griñán y a Valderas habría que quitarles cuanto antes la careta para que dieran la cara sobre su gestión. Aunque esa cara sea más dura que el cemento armado.
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