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Las vacaciones de la crisis (Capítulo I)

Las vacaciones de la crisis (Capítulo I)

viernes 27 de julio de 2012, 13:43h
Llegó el esperado fin de semana en el que, dadas las circunstancias en que vivimos, todas las familias que pueden se ponen las pilas para iniciar las cada vez más difíciles vacaciones de verano. En Andalucía, con unos niveles de paro del treinta y cuatro por ciento, raro es quien no tenga en la casa algún "ocioso forzoso" como los llamaría Griñán. Vamos, que uno de cada tres andaluces no hace mas que darle vueltas al coco para intentar sacar unos euros que le permitan acercarse a Matalascañas. Así que se ha esperado hasta última hora a ver si surge ese "chollo", esa ganga que posibilite, al menos, una semanita en la playa para coger moreno y dar el pego ante los amigos.

-"Pepe, cariño, dile a tu hijo que deje de ver cosas guarras en el ordenador, que salga del tuiter y del feisbuc y mire en internet a ver si han bajado los precios de los apartamentos en Chipiona, que como sigamos así voy a tener que estrenar el biquini en la piscina cutre de mi cuñado, aguantando a la pesada de tu hermana y al peñazo de tu madre, que está cada día más inaguantable".

-"Mira, Pili, lo he estado pensando y yo creo que lo mejor que hacemos este año es acercarnos con el coche a la playa, pasar allí el día y volvernos por la noche, que no está las cosas como para pagar apartamentos a precio de oro. Total, si nos levantamos temprano, a eso de las once de la mañana podemos tener puesta la toalla y la sombrilla frente a la piedra de Torre la Higuera. Tú te llevas unos taper con filetitos empanaos y una tortilla de papas y yo lleno la nevera con latas de Cruzcampo y Coca-colas y fantas para los niños. Total, por menos de cien euros hemos echado el día y descansamos después en casa que, como dicen, lo a gusto que dormimos en nuestra cama, no se duerme en ningún sitio por muchas estrellas que tenga".

-"Eso, gracioso. Yo me harto de trabajar. Y a las cinco de la tarde con todo el calor, a más de cuarenta grados, cuando lo que te apetece es echarte una siestecita en la arena, recoge los bártulos y te metes en el atasco para llegar a Sevilla a las doce de la noche. Además, te recuerdo que el coche tiene roto el aire acondicionado desde el invierno pasado y tú dices que no lo arreglas porque el frío es muy malo para los niños y es mucho mejor llevar las ventanillas abiertas para respirar el aire puro, ¿no te jode el profeta?".

-"Es que mira. Acabo de ir al cajero automático y nos quedan trescientos euros en la cuenta de Cajasol. Por más vueltas que le doy me parece a mí que, aunque me ingresen el dinero del paro, que ya sabes que Rajoy nos lo ha dejado en menos de quinientos euros, no tenemos ni para pasar dos o tres días en la playa. Así que  la puñetera crisis no nos deja mas que dos opciones gorronas, o nos vamos una semanita al chalé de mi hermana o tiramos para el pueblo de tu madre a comer conejo durante quince días. Eso es lo que hay hasta que me salga a mí alguna chapuza que nos dé un respiro".

-"¿Al pueblo? Ni pensarlo. Ya sabes que los niños no están acostumbrados a las barbaridades de sus primos y vuelven siempre como si hubiesen estado veraneando en las Tres Mil. En cuanto al chalé de tu hermana, me da a mí que tu cuñado está hasta la coronilla de que aterricemos allí a gastos pagados y como si te hubieses dejado la cartera olvidada en casa. No soporto las indirectas que nos lanza cada vez que me acerco al frigorífico a por una cervecita. ¿No te acuerdas lo que me dijo la última vez que estuvimos allí? ¿Qué, cuñada, está rica la Cruzcampo de Mercadona? A ver si te acercas un día con Pepe y comprais unas latitas de vez en cuando que más que de Sevilla, parece que venís del desierto del Kalahari. Con lo sana que es el agua del grifo...Y como estamos de invitados, me tengo que callar y tragarme todo lo que dice aunque me den ganas de mandarlo a freir espárragos. Es que no lo aguanto".

El caso es que llegamos al último fin de semana de julio y Pepe y Pili siguen aún dándole vueltas y más vueltas a sus deseadas vacaciones estivales. Lo del apartamento en la playa bueno, bonito y barato es sólo un eslógan inalcanzable tan lejos de la realidad que mucho me temo que la familia no va a tener otro remedio que acojerse al plan de protección familiar o, en el último de los casos, acudir a Cofidis, dinero directo, para pagarse unas vacaciones a preco de oro que ya devolverán cuando lleguen mejores tiempos.
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