El Guggenheim de Bilbao celebra sus 10 años dejando atrás las críticas

Las innovadoras obras de la Solomon Guggenheim Foundation, unidas al espectacular edificio del estadounidense Frank Gehry, no sólo duplicaron en estos años las expectativas de público, sino que han creado el llamado "efecto Bilbao", contribuyendo a reactivar la economía de la ciudad y de la región y a renovar tanto el plano urbanístico como el mundo cultural vasco.

Todo empezó a comienzos de los 90, cuando el Gobierno de esta región del norte de España, en otros tiempos la más rica del país por su industria siderúrgica, buscaba impulsar su estancada economía.

En su camino se cruzó la Solomon Guggenheim Foundation, la fundación de la familia estadounidense del mismo nombre, que buscaba una ciudad europea para instalar un museo hermano del Guggenheim de Nueva York tras intentarlo en Salzburgo y Venecia.

"La gente tenía un poco de miedo porque esto era diferente y nuevo", pero 10 años después, el museo "se mantiene vivo y coleando", declaró el sábado en Bilbao Frank Gehry -que definió el proyecto como un "milagro" fruto del "consenso"- y que en estos 10 años ha vuelto a España a construir el hotel de las bodegas riojanas Marqués de Riscal.

La gigantesca nave de Gehry, de formas redondeadas y recubierta de placas de titanio plateadas, fue construida en una zona degradada de la ría de Bilbao con el rechazo de muchos bilbaínos debido a su coste, 150 millones de euros, en un momento de fuerte desempleo en el País Vasco.

A la oposición ciudadana y del mundo cultural vasco ante un proyecto estadounidense se sumó la de la organización independentista armada ETA, que seis días antes de la inauguración mató a un policía que custodiaba el edificio.

A pesar de ello el éxito fue rotundo: frente al objetivo de captar entre un cuarto y medio millón de personas al año, el museo ha mantenido durante estos 10 años una media de un millón de visitantes anuales, según datos de la institución, aunque es el museo con entrada más cara de España.

Pero no sólo eso: ha impulsado el turismo y forma parte del plan de renovación de la ciudad, que ya acoge importantes obras como el aeropuerto y el puente del español Santiago Calatrava, el metro de Norman Foster y el nuevo plano de la ría, de la iraquí Zaha Hadid.

El Guggenheim Bilbao aúna la doble característica de la "red Guggenheim": su rompedor edificio y una original colección permanente a la que se unen muestras temporales -eminentemente contemporáneas, pero también clásicas- de pintura, escultura, fotografía, vídeo e instalaciones.

"Los edificios diseñados para albergar el arte se han convertido en un distintivo al mismo nivel que el arte en sí mismo", estima la Fundación, en referencia al Guggenheim de Nueva York (1959), de Frank Lloyd Wright, el de Las Vegas, del holandés Rem Koolhaas, y Bilbao.

Estos tres museos, junto con la Colección Peggy Guggenheim de Venecia y el de Berlín -y en el futuro el de Abu Dabi (Emiratos Arabes Unidos), a cargo del propio Gehry-, comparten una colección permanente que va rotando entre ellos.

La red Guggenheim ha sido ejemplo para proyectos como el Louvre, que proyecta un satélite en la ciudad francesa de Lens (norte) y otro en Abu Dabi.

En Bilbao, tan distintivas como la nave de Gehry son varias adquisiciones del museo colocadas en el exterior, como el perrito 'Puppy', de Jeff Koons, y 'Arcs Rouges', del francés Daniel Buren, que se inaugurará el viernes.

En estos 10 años, el museo, que ha expuesto casi 100 muestras -con retrospectivas de figuras como Calder, Mark Rothko o el vasco Chillida, y de países como 'China: 5.000 años'- lleva celebrando su décimo aniversario todo el año con las obras de Durero y, actualmente, 'Art in the USA: 300 años de innovación'.

La única crítica fue la que el martes expresaron representantes de víctimas de ETA por unas fotografías expuestas a partir del miércoles sobre escenas de violencia en el País Vasco.