Continúa la sangría

Las cifras de paro registrado que nos dejaban ayer las oficinas de empleo hielan de nuevo la sangre. Casi 80.000 parados más en septiembre es una cifra escalofriante, aunque le queramos poner algunos paños calientes. Es el fin del verano, es mejor que la del mismo mes del año pasado. Vale, pero volvemos a los 4,7 millones de desempleados registrados. Tampoco fue bien septiembre para las contrataciones, ya que se registraron un 10 por ciento menos que en el mismo mes de 2011. Esta es la máxima preocupación y debe serlo para todos. Tampoco son nada gratificantes las cifras de cotizantes. La Seguridad Social se desangra. En septiembre la pérdida fue de cerca de 80.000, el 25 por ciento correspondiente a empleo público. Es la única buena noticia. El número excesivo de empleados públicos se va reduciendo en torno a los 180.000 en lo que va de año. Habría que ver si son realmente personal excedente que ha llegado a las Administraciones no precisamente por la vía de las oposiciones.

   Parece que habrá que seguir esperando a la deseada reforma de la Administración. Ya va siendo hora de que se ponga en marcha, pero en serio, ese plan de acabar con las empresas públicas ineficientes, con los organismos claramente sobrantes y con las duplicidades que tanto nos cuestan y que para tan poco sirven al ciudadano. Está bien que se recorten los sueldos, como en el sector privado, pero es necesario que no se destruyan los puestos de empleados públicos que sirven y bien a los ciudadanos, sino toda esa grasa que se ha ido almacenando a lo largo de los años y que suman un capítulo de personal que ni entonces ni más ahora tienen sentido ni de eficacia ni económico.

   Los presidentes autonómicos se reúnen, algunos van con quejas sobre el poco dinero que tendrán para invertir, otros con desafíos nacionalistas en una mano y la petición de dinero en otra. Algunos no se han enterado de que España está más que en una situación difícil. Hace falta más mano dura. Y también con los ayuntamientos, algunos de los cuales han creado también una red de empresas y organismos de la que se habla poco y que sin embargo guardan en sus cuentas unas deudas descomunales.