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Luna de miel con espoleta retardada

Luna de miel con espoleta retardada

martes 16 de octubre de 2012, 20:38h
¡Quién los ha visto y quién los ve! Hace tan sólo seis meses Mariano Rajoy y Pepe Griñán se estaban tirando los trastos a la cabeza como un matrimonio mal avenido a punto de divorciarse. El Gobierno central y la Junta de Andalucía eran unos enemigos acérrimos, irreconciliables, que no se recataban lo más mínimo en sacar a la luz los trapos sucios y en arremeter con todo tipo de mañas e insultos contra el enemigo. Pero fue quitarse de enmedio el líder del PP andaluz, Javier Arenas, y las cosas comenzaron a arreglarse como por arte de magia. Y no es que su sucesor, Juan  Ignacio Zoido, no esté dándole la batalla polítca, aunque en más baja intensidad, al Ejecutivo del bipartito andaluz, no. es que, como dice Arturo Mas, "la pela es la pela", y los socialistas andaluces no están dispuestos a que Madrid les recorte ni un euro de un fondo (el llamado FLA) que necesitan imperiosamente para pagar urgentemente los sueldos de sus casi trescientos mil funcionarios, los proveedores y la deuda pública emitida a corto plazo. No hay nada como el dinero para limar asperezas y tanto es así que cuentan que en la última conferencia de presidentes, algunos colegas de Griñán como el presidente asturiano, Javier Fernández, le llamaron la atención al jefe del Ejecutivo andaluz por sus excesivas y excelentes relaciones y su connivencia teórica con el amo de la caja, el jiennense, Cristóbal Montoro.

Habrá quien diga que mejor para todos que se lleven bien, pero no se engañen, es todo un paripé pasajero. Una vez que la Junta de Andalucía reciba los primeros cinco mil millones (ya les han adelantado dos mil) y comience a hacer los presupuestos para 2013 volverán las reclamaciones y los agravios comparativos con tras comunidades, ya verán. Y entonces Rajoy y Montoro serán, de nuevo, personas non gratas. Y es que pese al FLA y a todos los anticipos que les pueda dar el Gobierno o la Unión Europea, el entramado administrativo de la Junta es de tal tamaño y complejidad que su coste se dispara y no hay dinero para sufragar tanto gasto. De ahí que Griñán, se ponga como se ponga su vicepresidente comunista Diego Valderas y sus amigos Manuel Pastrana y Francisco Carbonero, de la UGT y CC.OO., no tenga más remedio que prescindir de buena parte de las actuales empresas públicas y poner de patitas en la calle a un buen número de funcionarios. Con estas perspectivas no es de extrañar que los informes de Unicaja situen el número de parados en 1.370.000 en 2013, más del 35 por ciento de la población activa. Algo de lo que el Gobierno de Rajoy tiene buena parte de culpa, pero no la tiene menos el Ejecutivo andaluz de Griñán y Valderas.

De todas formas habría que analizar con algo de perspectiva el juego que está desarrollando Pepe Griñán desde que decidió apoyar a Carmen Chacón en el Congreso Federal Socialista y desoir las órdenes de Rubalcaba de convocar las elecciones andaluzas el 20-N junto a las generales. El presidente andaluz parece que está a la espera de que su jefe se estrelle para acudir al relevo como máxima esperanza socialista. Y su jefe, Alfredo Pérez, visto lo visto, puede durar al frente del PSOE menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Ya hay voces dentro del PSOE que reclaman un cambio de dirección y la nominación cuanto antes de un candidato que tenga más garantías de éxito que el fracasado Rubalcaba. Griñán, mientras tanto, calla. Y quien calla, otorga.

Así que convendría que los andaluces no nos ilusionásemos demasiado con el idilio actual entre los dos grandes partidos. En un abrir y cerrar de ojos, las palmas se tornarán lanzas y volveremos a ver al portacoz parlamentario Mario Jiménez y a la consejera de Presidencia, Susana Díaz soltando lindezas por esas boquitas sobre la escasa sensibilidad social y el ataque a la sociedad del bienestar del Gobierno de Mariano Rajoy. El divorcio del matrimonio actual entre Gobierno central y Junta de Andalucía ya tiene fecha fijada: el 25 de noviembre, día de las elecciones catalanas en las que PSOE y PP se van a dar el segundo batacazo del otoño (el primero se lo darán el domingo próximo en el País Vasco). Aunque este 25-N podrían aprovecharlo unos y otros para hacer piña frente a las aspiraciones independentistas del Camelot del rey Arturo más que hoy pero menos que mañana. Muchos españoles se lo agradeceríamos. Y algún que otro catalán, también.  
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