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Sistema democrático e izquierda (1)

Sistema democrático e izquierda (1)

domingo 09 de diciembre de 2012, 09:15h
Mis anteriores notas sobre capitalismo y socialdemocracia han producido algún escozor entre quienes hoy se consideran en la primera fila del cambio social: los indignados. Aunque en sus comentarios no se identifican muy específicamente, sólo se reconocen como indignados, todos muestran un discurso donde aparecen mezclados argumentos nuevos junto a argumentos de la izquierda autoritaria más superada. No importa, creo que la discusión merece la pena. Por eso voy a dedicar unas notas a los ítems que se plantean con tanta intensidad.

En primer lugar sobre el asunto de cómo podemos identificar un sistema democrático. El argumento de uno de los indignados es que no podría entenderse como países democráticos "aquellos en los que la ciudadanía no tiene soberanía suficiente como para realizar un control efectivo tanto sobre los políticos como sobre el gran capital". En primer lugar se confunde soberanía con control efectivo de los políticos, demostrando no entender que, en una democracia, todos los ciudadanos tienen derecho a elegir y ser elegidos; es decir, en una democracia si no te gusta quien te representa tienes derecho no sólo a no votarle sino también a sustituirle. Como dice Savater, la queja contra "los políticos" procede de una ciudadanía de baja calidad.

El siguiente argumento es que no puede considerarse democrático un país por el simple hecho de elegir sus gobernantes (si fuera así, aseguran, se podría llamar democráticas a las tribus germánicas). Veamos. En primer lugar, se minusvalora la importancia de la elección libre de los gobernantes, cuando ese acto en condición absolutamente necesaria para hablar de democracia. La eliminación del derecho a elegir es, en el fondo, la violación más directa a los derechos políticos de la ciudadanía, comenzando por los de reunión y asociación (esos que se violan sistemáticamente en los sistemas de partido único). Pero, desde luego, la elección necesita, para ser libre y democrática, de un cuadro de derechos y libertades fundamentales, cuyo marco general es hoy la Declaración Universal de DD.HH. Por eso, la comparación con las tribus germánicas no sólo es ahistórica, sino atrabiliaria. En todo caso, celebro que al menos una parte de los indignados tengan la Declaración Universal como cuadro de valores morales y políticos. Es bueno saber que algo compartimos de partida.

El otro argumento es que las elecciones en España no son democráticas porque no tienen lugar desde un sistema enteramente proporcional. En primer lugar, no hay que confundir la existencia de una democracia básica con la posibilidad de su profundización. Eso es algo así como despreciar lo humano en tanto no sea perfecto. Pero, además, se confunde lo fundamental con lo accesorio. El sistema democrático es aquel que permite el procesamiento de las decisiones colectivas, sobre la base de un cuadro sustantivo de derechos, uno y principal, el derecho a elegir libremente. Hay países con sistemas proporcionales cuya inestabilidad política los pone en crisis (caso de Italia, por ejemplo). Lo importante es encontrar un equilibrio que refleje bien la elección política de la ciudadanía. Si para eso hay que eliminar el sistema d´Hondt pues perfecto, pero sin hacer del sistema proporcional una idealización falsa. Lo mismo ocurre con las listas abiertas, o con el debate sobre presidencialismo vs parlamentarismo. Las listas abiertas han servido para el desarrollo del populismo y la toma de distancia de los programas, que no son precisamente fuente de ciudadanía de calidad. Pero, una vez que se estudien los pros y contras, todas esas reformas bien venidas sean para mejorar los procedimientos democráticos. La cuestión es que nada de eso pone en duda que hoy existen en España un cuadro de libertades fundamentales y un sistema libre de elecciones. Insisto, una cosa es profundizar la democracia y otra que no exista.

El siguiente argumento es que no se cumplen todos los derechos humanos, sobre todo los económicos. Aquí hay que distinguir dos planos. Si se trata de señalar que no se cumplen al cien por cien y siempre, regreso al argumento anterior para decir que ese es el parámetro de la perfección y, como seres humanos, no nos sirve. La cuestión es si los DD.HH. se cumplen por sobre parámetros establecidos. Y en eso la UE puede considerarse como una de las regiones que lo cubren más satisfactoriamente. El otro plano es el referido al debate sobre el enfoque de derechos respecto al ámbito económico. Mi juicio es que hay que diferenciar los derechos fundamentales de los derechos progresivos. Cuando se acepta la economía privada y luego se habla de derechos económicos se está siendo perfectamente hipócrita. Con la consecuencia grave de inducir a confusión a buena parte de la ciudadanía. El derecho laboral tiene una parte de derecho fundamental y otra de derecho progresivo. El derecho sindical forma parte del derecho de asociación. Pero la evolución de los salarios forma parte de la evolución de la economía. Si se acepta que la economía privada es más eficaz que cualquier economía estatalizada, entonces hay que procurar que no entre en crisis, porque si lo hace los salarios no podrán mantenerse. Decir lo contrario es mentir descaradamente, a menos que se acuda al recurso de la negación y se retroceda argumentalmente hasta acabar rechazando la economía privada. Algo que la izquierda actual trata de evitar. ¿Pero entonces, me preguntan, de qué izquierda estamos hablando? Ese será el motivo de la próxima nota.
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