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A trompicones en el Consejo Europeo

A trompicones en el Consejo Europeo

sábado 15 de diciembre de 2012, 13:38h
Es evidente que los efectos de la crisis económica y financiera, una crisis que no estuvo prevista, que no ha estado bien gestionada por parte de las Instituciones europeas -y fundamentalmente de las Instituciones monetarias- ni de los gobiernos nacionales, han puesto en evidencia toda la construcción de la Unión Europea y singularmente la realización de la Unión Económica y Monetaria. 

Desde 2008 esto se ha repetido hasta la saciedad. Aunque de una manera lenta, los Estados europeos y las instituciones de la Unión han tratado de ir remendando una incompleta articulación de la Unión Económica y  Monetaria, que incluso en su propuesta original, realizada por Jacques Delors, incluía una unión fiscal. Aquellos documentos que lo atestiguan no solo son historia, sino que son una prueba evidente de lo que quedó en el camino para que la Unión Económica y Monetaria hubiera sido verdadera y sólida.

Cierto es que se han dado pasos importantes. No se puede llamar parches a decisiones tan significativas como la creación del MEDE, -Mecanismo Europeo de Estabilidad, (en inglés European Stability Mechanism o ESM)-,  organismo intergubernamental creado por el Consejo Europeo en marzo de 2011 que funciona como un mecanismo permanente para la gestión de crisis para la salvaguardia de la estabilidad financiera en la zona euro en su conjunto o el Pacto Fiscal Europeo, formalmente "Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria", firmado el 2 marzo 2012 por 25 estados miembros de la Unión Europea, que contiene un conjunto de reglas, llamadas "reglas de oro" para el principio de equilibrio presupuestario y que entrará en vigor el 1 de enero de 2013, además de la articulación de una supervisión financiera, de la que fue un paso importante la creación de las tres autoridades europeas de supervisión para la banca, la bolsa y los seguros y la Junta Europea de Riesgo Sistémico, creadas por los Reglamentos de 24 de noviembre de 2010.

Todo parecía que iba a desembocar en el Consejo Europeo de 13 y 14 de diciembre de 2012 haciendo de esta Cumbre una fecha histórica en la que se procediera a consolidar todos estos avances con la articulación de una Unión Bancaria Europea y abrir un nuevo tiempo constitucional, es decir, la inclusión en los Tratados -y singularmente en el Tratado de Funcionamiento de la Unión- de todos estos avances, que realmente articulan los pasos hacia una verdadera Unión Económica y Financiera.

Pero no ha sido así. Ni se ha completado la deseada unión bancaria europea de una manera completa, ni se ha abierto aún el camino hacia una nueva revisión de los Tratados. No deja de ser importante el acuerdo conseguido en la madrugada del jueves 14 de diciembre en la que los Ministros de Economía de la Unión Europea pactaban la creación de un supervisor único financiero y consecuentemente las decisiones del Consejo Europeo de 13 y 14 de diciembre de 2012, que suponen el acuerdo de una hoja de ruta para la realización de la Unión Económica y Monetaria que continuará con el Consejo Europeo de junio de 2013, hoja de ruta cuyo objetivo, según el Presidente del Consejo, Van Rompuy, es lograr una Unión Económica y Monetaria estable para mejorar el crecimiento, la competitividad y el empleo en toda Europa. 

La lectura que se hace es clara. En primer lugar, como ha dicho el Presidente de la Comisión, este año ha sido extremadamente duro y se han conseguido mejoras en las finanzas públicas, en la competitividad y en el sector financiero. Pero esto ni a él, que dice que no podemos ser complacientes, ni a ningún europeísta convencido le puede complacer. La realidad es que se aplaza el verdadero avance para una construcción potente de la Unión Económica y Monetaria, y hay varios temas que preocupan; El primero es si Alemania es consciente de que la crisis actual de muchos países de la Unión va a afectarla gravemente y por tanto si no debe cambiar los parámetros de sus exigencias rígidas en cuanto a la disciplina fiscal y financiera, debiendo abrirse la posibilidad de que la solidaridad de los Estados esté presente a la hora del necesario relanzamiento de la inversión pública. 

Preocupa asimismo ver como el relanzamiento del saneamiento del sector financiero es muy escaso frente a otras actuaciones en el escenario de la globalización. Fijémonos tan solo en la política de los Estados Unidos de América y en las consecuentes medidas a favor del crecimiento y el empleo. El desempleo en Europa es un drama y eso son las palabras que utiliza el propio Comisario de Empleo, quien se permite lanzar propuestas muy ambiciosas, por ejemplo para luchar contra el desempleo juvenil, que afecta en la Unión a 7.5 millones de jóvenes. Pero en realidad estas propuestas son vacías porque él mismo reconoce que no sabe de dónde saldrá el dinero para llevarlas a cabo. En una palabra y en una atrevida cifra yo diría que hacen falta 500 millones de euros para afrontar una iniciativa como la "Garantía juvenil", pero ¿de dónde van a sacar ese dinero?

Nos llena de risa ver que los propios Jefes de Estado y de Gobierno "se congratulan por los avances logrados en el presente año en el establecimiento de un planteamiento global europeo de empleo juvenil" y piden al Consejo "que estudie sin dilación las propuestas de medidas a favor del empleo juvenil, en especial con vistas a la adopción de la Recomendación sobre una 'Garantía Juvenil' a comienzos de 2013". Es decir, que están de acuerdo con que los jóvenes menores de 25 años reciban una oferta de trabajo tras 4 meses de acabar sus estudios o su formación, pero por Dios, ¿para qué quieren una Recomendación, si lo que hace falta es ponerlo en marcha? Y entonces, ¿de dónde va a salir el dinero? 

Sería mejor que hubieran dicho ya que en las negociaciones para el Presupuesto Europeo 2014-2020, que se va a debatir de nuevo a comienzos del 2013, quede claro que tiene que haber un fondo a favor del empleo juvenil de un montante muy importante, capaz de dar una oportunidad a los jóvenes, en términos de empleo o en términos de ayudas económicas dirigidas a la formación. Lo demás siguen siendo palabras vacías; Un Consejo de Jefes de Estado y  de Gobierno no puede expresar su satisfacción por que se proponga un plan o una Recomendación al Consejo, cuando el paro juvenil dobla las cifras del paro general o cuando, como sucede en España, el paro alcanza, siendo generosos, una cifra superior al 50% de los jóvenes.

Rogelio Pérez-Bustamante

Catedrático Jean Monnet ad personam

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