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Mayoría disoluta en transición

Mayoría disoluta en transición

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
martes 08 de enero de 2013, 11:07h
La mayoría formada en la comunidad catalana por un acuerdo bipartito entre Convergència i Unió e Izquierda Republicana es, antes que una mayoría secesionista, una mayoría disoluta en los dos sentidos del adjetivo. Disoluta porque puede disolverse y disoluta porque las sospechas de corrupción no aclaradas por los sospechosos la hacen viciada, relajada e impúdica. Es comprensible que sus componentes coincidan, quizá únicamente, en formar un Consejo Catalán de Transición, porque transición va a haber. Pero no para romper o separarse de España, sino para preparar el porvenir a medio plazo de esta configuración de mayoría disoluta e inestable que se disfraza de una hipotética mayoría secesionista inexistente como cuerpo homogéneo. El acuerdo CiU-ERC es solo un pacto circunstancial cosido con alfileres. Su clave única de coincidencia es el propósito de realizar un referéndum ilegal o una consulta popular inoperante sobre un derecho a decidir presentado engañosamente, de plazo impreciso que, sea cual fuere su formulación, infringiría competencias de las instituciones soberanas del Estado, que no puede asumir por si solo ningún órgano dependiente de entidades subestatales.
 
Dada la imposibilidad legal de realizar de forma efectiva un gesto arbitrario y partidista sin originar disensiones y conflictos, es de prever que el acuerdo CiU-ERC provoque tensiones entre las partes en cuanto el grado de prudencia o realismo, por bajo que sea, afectará mas a quien pretende moverse desde una responsabilidad institucional que a quien vive en un fanatismo callejero. Excepto dar prioridad a este proyecto de política-ficción antes que a la problemática socio económica de Cataluña, no hay nada común a las dos partes, ni hasta en los modales de comportamiento. Por ello, el propio contenido y oportunidad del momento de la consulta serán, por si mismos, materia disolvente.
 
Quizá el conocimiento directo de esta incongruencia es la única explicación para intentar comprender la actitud desleal y contradictoria de los actuales dirigentes del socialismo catalán que, quizá, esperan reaparecer como elemento imprescindible para formar otra mayoría sustitutoria más ambigua, con ingredientes federalistas que puedan integrarse en el paquete de opciones "a decidir". En cualquier caso, es digno de señalarse que estas derivas del socialismo solo se producen cuando no son ellos los que están en el gobierno central, como si calculasen que solo con ayudas nacionalistas pudieran recuperar el poder perdido, aunque sea a costa de la unidad de España.
 
Olvidan, unos y otros -en este caso CiU y PSC- que su endeblez no es consecuencia de un adversario "españolista" sino del interior de su propio electorado tradicional, que no se encuentra a gusto, en el caso de CiU, con pagar el precio de un acuerdo sobre fantasmagorías con el abandono de su base ideológica, de la misma manera que disgusta al electorado típico del socialismo catalán el folklore separatista. Los resultados decrecientes en ambas formaciones han sido elocuentes en las pasadas elecciones autonómicas.
 
Sobre la frágil tarima del acuerdo CiU-ERC oscila un inestable Artur Mas como un tentetieso que intenta mantenerse en pie, sea cual fuera la inclinación del tablado por el creado, adelantando unas elecciones que nadie le pedía cuando lo que más necesitaba Cataluña era estabilidad. Por si fuera poco, esto sucede en un ambiente nebuloso de corrupción condensada a través de los años y de las sagas que enturbia, de manera incontenible, la escena a pesar de las invocaciones exaltadas pidiendo complicidad ciega al inocente y perjudicado vecindario.
 
La equivocada percepción de una debilidad del Estado, afectado por la situación de crisis, la ambigüedad comprometida por el anterior gobierno socialista en materia estatutaria y la inseguridad de sus supervivientes en el partido, son los únicos datos que explican que alguien haya creído estar en condiciones favorables para romper y separar. Doble error, porque ni el Estado común es tan débil como parece, ni la crisis va a ser eterna, ni el actual gobierno es idéntico que el anterior. Desconocen algunos políticos de "chichinabo" que ningún gobierno merecedor de tal nombre puede condescender a la desintegración del Estado-Nación a quien sirve sin ejercer toda la fuerza legítima que le corresponde, con el respaldo de una mayoría absoluta nacional, frente a las piruetas de un inestable consejo de transición hacia la nada.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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