Fue Lope de Conchillos, te lo juro por Snoopy

Lope de Conchillos, a finales del XV, consiguió cargos muy altos y apetecibles en la corte de Fernando el Católico. Fue un corrupto y mediocre que acumuló tantos nombramientos y gabelas como los que malvendió entre partidarios.


En las crónicas se habla de sus fiestas a las que no faltaba nadie y de los viajes que emprendió por Europa, todo con cargo a sus sobornos. Entonces no había Eurodisney ni confeti pero el sistema de corruptelas era idéntico al de la ministra más tonta del gobierno más tonto de estos tiempos tontos que padecemos.


Más que sus amigos, dicen mucho del de Conchillos los enemigos que forjó en aquellas Españas recién unificadas: Bartolomé de las Casas, el cardenal Cisneros y el mismo Felipe el Hermoso. Pero los parásitos casi siempre consiguen sobrevivir y este tipejo que utilizó su poder para enriquecerse y conseguir que otros pagaran sus viajes y francachelas, recuperó su influencia practicando aquello del buen árbol y la buena sombra.


De manera similar, la Leire Pajín de este gobierno -bueno, no tanto porque la predecesora socialista no se benefició de viajes a Disneylandia o fiestorros gratis ni, a lo que yo sé, tenía Jaguars invisibles en su garaje-, una buena para nada, con menos luces que un cactus de navidad, ha conseguido mantenerse a flote y alcanzar las más altas cotas de la nada simplemente por haber subido al taxi vallisoletano en el que se fraguó el desembarco de La Moncloa.


Ahora Hacienda la acusa de beneficiarse de la porquería de Gürtel -conviene recordar que ese lince de la mugre que es el don Vito de Paco(tilla) Correa, empezó sus correrías en una agencia de viajes a la que un día llamó la secretaria de Álvarez Cascos para planificar un viaje de recreo y Paco Correa duplicó el trayecto para coincidir con el General Secretario- y ella, con esa media melena de adultescente -que ya no es una niña: hace años que cumplió los 50-, dice que lo pagó su marido y ella no se enteró -¿se enterará de algo o dormirá obispas en los tediosos consejos de ministros de los viernes, horas antes de salir, yupieye, de viaje a Legolandia?


Dice que está buscando las facturas pero que no las encuentra -no vio un Jaguar de tonelada y media aparcado en su garaje y pretende ver papelitos inexistentes en un archivo invisible- y que, en cualquier caso, son cosas de su exmarido.


Ella descarta dimitir y Rajoy descarta cesarla. Ella, que hace unos días declaró que iba a sustituir ciertos medicamentos de la seguridad social por "alguna cosa natural" (sic); ella, que con tan buena gobernanza de su área ha conseguido que la deuda sanitaria española esté ya en más de 16.000 millones de euros (hace dos años, el 1° de Junio de 2011, la deuda era de 9.400 MM y hace diez era de 300), descarta irse a su casa porque todavía no ha acabado su "trabajo en sanidad".


Nadie sabe cuáles son sus objetivos como ministra porque ni comparece ante los medios -nos tiene alergia- ni comparece ante el parlamento para esa cosa tan tediosa, fíjate tú, que es el control del gobierno por el legislativo ni, por supuesto, acude a las reuniones de ministros de sanidad de Europa.


Ahí sigue ella, huidiza, mirando al suelo, escapando de cuanto micro, cámara o pregunta se le hace, echando culpas a ese espabilado de su exmarido y abriendo los ojos como si todo esto ni fuera con ella o fuera algo tan nuevo para ella como cualquier palabra de más de cuatro sílabas.


España está escorada, nos vamos hundiendo inmisericordemente y el gobierno sigue tocando alegremente como la orquesta del Titánic.


Y para cerrar con una sonrisa, algunas perlas de la ministra más pimpi de España:


"Hay que poner en valor lo que tiene mucho valor, porque no hay cosa que tenga más valor que una medicina que cura enfermedades".


"Por primera vez en España, los miembros de este gobierno hemos adoptado una medida que ya estaba adoptada."


"No es lo mismo una persona que no está enferma en su consumo de medicamentos que una persona que está enferma".