G8 gruyere

Las reuniones de los máximos dirigentes de las 8 naciones supuestamente más desarrolladas del planeta suelen ser cocinadas convenientemente antes de dar comienzo. En esta ocasión, el lugar elegido es Irlanda lo que ha permitido al presidente norteamericano, Barack Obama, rememorar el papel norteamericano en el paz lograda en Irlanda del Norte. Sin embargo, la cita va a estar condicionada por las revelaciones periodísticas sobre supuestas escuchas en otras reuniones de este altísimo organismo internacional que no se ha mostrado nada eficaz para luchar contra la crisis mundial, ni para regular un mercado financiero salvaje que nos ha conducido a una crisis insoportable que dura seis años y lo que nos queda. 

El primer ministro británico no ha querido comentar si sus invitados podían presuponer cierta limpieza en las comunicaciones. En cualquier caso, todo aquel que se precie sabe que todas las delegaciones de altos dirigentes políticos de países desarrollados asume que tiene que tomar medidas extras de seguridad en sus comunicaciones con sistemas de encriptación porque, vaya donde vaya, esté donde esté, va a ser espiado por el anfitrión por muy socio, aliado o amigo que se precie. 

En estos momentos la situación internacional provoca divisiones importantes en asuntos de extrema delicadeza como la guerra en Siria donde Estados Unidos ha tomado la determinación de apoyar con armamento a la oposición, tras una reunión con el nuevo presidente chino en California,  y con las pruebas del uso de armas químicas frente a una Rusia que defiende sus intereses en la zona a capa y espada. 

En el ámbito económico y comercial, los intereses estén más enfrentados todavía, con políticas antagónicas por parte de una Europa condicionada por los intereses electorales en Alemania del próximo 11 de septiembre. Además, esta reuniones están devaluadas porque acuden a la cita países en clara decadencia y faltan otros emergentes que tienen mucho más peso en la escena mundial. Un elemento que va a servir de cierta relajación de las tensiones es la elección del reformista Hasan Rohaní que ya ha anunciado que su triunfo es el deseo de la ciudadanía iraní de olvidarse del yugo de los ayatolas y buscar mayor diálogo y entendimiento. Ya veremos si las estructuras de poder en Irán no lo neutralizan como hicieron en su día con Jatamí.



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